Renars Birkovs ha encontrado en otros sacerdotes, en los mártires y en Jesús mismo el modelo que guía sus pasos como sacerdote. La minoría católica de su país de origen y la vivencia de su familia creyente que, durante décadas, enfrentó ataques a la Iglesia, lo llevaron poco a poco a su llamada al sacerdocio.
Desde joven sentía una fuerte atracción por ser sacerdote; en primer lugar, porque le parecía algo sobrenatural y especial, y segundo, porque admiraba las buenas obras que hacen los padres para permitir que las personas se acerquen a Dios. Sintió que este era su lugar y entró al seminario.
Renars nació en Letonia, un pequeño país báltico con apenas dos millones de habitantes, de los cuales, los católicos representan solo una quinta parte de la población. Creció en una familia católica, escuchando a sus padres y abuelos contado las historias de cómo tenían que ingeniárselas para vivir su fe en medio de una dictadura atea y comunista.
Inspirado por Jesús y los mártires
Este joven sacerdote letón tiene especial devoción al obispo Teofilus Matulionis, primer mártir lituano del comunismo, y que ejerció como sacerdote muy cerca de su parroquia de origen. En su tierra fueron muchos los mártires, algunos de ellos en pleno proceso de beatificación actualmente.
En los primeros años tras la Segunda Guerra Mundial hubo muchos sacerdotes encarcelados, mucha persecución externa... Para Renars son como sus padres en el sacerdocio. Su testimonio conforta su fe y su vocación.
En su primer año de sacerdocio estaba sirviendo en una residencia de ancianos y, una señora que estaba en el pasillo, le dijo que era atea, empezó a insultarle y a soltar improperios con una actitud despectiva. Renars se sentó a su lado durante diez minutos y la escuchó. Después le contó su vida y experiencias; también le contó que su abuela era muy religiosa. Al final se despidieron muy amablemente.
Esta experiencia, cuenta Renars, le hizo darse cuenta de lo importante que es no tener miedo a pararse humildemente donde un sacerdote no es bienvenido. Igual que Jesús, invitando humilde y amablemente a todo el mundo.
Las cuatro armas del sacerdote
En sociedades cada vez más alejadas de Dios, este joven comparte cuáles son las armas que los sacerdotes deben tener a mano para afrontar numerosos peligros:
«Lo más importante es celebrar la Eucaristía con plena devoción; tener una profunda vida de oración; y además tiene que existir comunión con los sacerdotes, así como una formación y una educación constante».
Poco después de su ordenación, su obispo decidió enviarlo a España para estudiar Derecho Canónico en la Universidad de Navarra gracias a la ayuda de la Fundación CARF. Como él, la Fundación -en sus 35 años de existencia- ha ayudado a casi 40 mil estudiantes entre seminaristas y sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas de 131 países. Todos ellos han podido mejorar su formación, intelectual, humana y espiritual, para regresar a sus países de origen y servir en las zonas más necesitadas del mundo.
La Fundación CARF -con su campaña Una vocación que dejará huella. Ayuda a sembrar el mundo de sacerdotes- busca llenar el mundo de sacerdotes con el mismo Corazón de Jesús para cambiar el mundo por completo a partir de una formación académica, humana y espiritual para miles de seminaristas y sacerdotes diocesanos y religiosos y religiosas.