La verdadera autoridad solo puede leerse a la luz de su fin divino. Jesús habló con autoridad, nos dice la Biblia. La autoridad es buena, fue voluntad de Dios ordenar el mundo. La autoridad es necesaria para el buen funcionamiento de la Creación, permite que cada criatura se vuelva libre y así responder con entusiasmo al Amor Divino. A la luz de su propósito divino, ¿cuáles son los atributos inseparables de la autoridad?
1LA CONFIANZA
Muchas personas que ocupan puestos de autoridad se sienten indignas de tal responsabilidad. Muy conscientes de sus límites y de sus debilidades, saben que el ejercicio de la autoridad es una tarea inmensa que exige sobre todo un acto de fe.
Aceptar la posición de autoridad -por ejemplo de los padres, un obispo, un líder empresarial, un soldado- requiere un enfoque íntimo de confianza. Al aceptar ejercer la autoridad, la persona acepta la confianza que Dios mismo le da, acepta creer en sus propias capacidades para ayudar al otro a revelarse.
2MISERICORDIA
La autoridad se despliega en la Misericordia de Dios. De hecho, la obediencia no es algo que se pueda ganar con la fuerza de la mano, ni de los niños, ni de los subordinados. La autoridad justa está anclada en la confianza, confianza que permite una respuesta obediente, impregnada de la certeza de que esta autoridad se ejerce para el Bien.
La autoridad va más allá de la obligación, como lo expresó san Juan Bosco:
"El poder puede basarse en la amenaza, la autoridad solo puede basarse en la confianza"
3LA BONDAD
Así como Cristo dice de sí mismo que es manso y humilde de corazón, la autoridad se manifiesta en la benevolencia. Incluso si el autoritarismo intenta colarse disimuladamente en el ejercicio de la autoridad, es bueno volver a la dulzura del corazón. Te permite amar antes de corregir. Te permite obtener la sabiduría de Dios. Así la persona en un puesto de autoridad logra sacar a la luz la verdad, pero sin ser dura, para ser verdadera, justa y buena.
4ENVÍOS A TODO EL MUNDO
En última instancia, la autoridad está orientada al envío al mundo. Los discípulos, formados en la obediencia a Cristo, se adhieren a su autoridad. Luego reciben fuerza para salir y trabajar en el mundo y hacer discípulos de todas las naciones. La autoridad no es una meta en sí misma, no existe por sí misma, pero es un constructor de comunidad.