Desde mármol hasta madera... las iglesias pueden construirse con una gama de materiales que reflejan los recursos y el patrimonio cultural de un país, pero a veces los materiales de construcción se eligen por razones más prácticas; ese es el caso de la Basílica Menor de San Sebastián de Manila (Filipinas), la única iglesia del país construida íntegramente en acero.
Construida originalmente con madera en 1651, la iglesia fue destruida por un incendio pocos años después. Otras estructuras de nueva construcción fueron derribadas por incendios o terremotos en 1859, 1863 y 1880. En la década de 1880, los lugareños se dieron cuenta de que necesitaban reconstruir la iglesia con un material que pudiera resistir los incendios, terremotos y tifones tropicales que azotaban periódicamente la capital de Filipinas.
52 toneladas de acero
La parroquia local encargó al arquitecto español Genaro Palacios un diseño resistente a la intemperie. Palacios creó una estructura de acero inspirada en el diseño de la catedral gótica de Burgos (España).
Se calcula que entre 1888 y 1890 se transportaron 52 toneladas métricas de acero desde una fundición belga hasta Filipinas, y la primera "piedra" se colocó en septiembre de 1890. Una vez colocado el esqueleto de la estructura, que parecía una versión gótica de la Torre Eiffel, los constructores rellenaron las paredes con una mezcla de arena, grava y cemento.
Una vez terminada esa etapa, las paredes y los techos se pintaron para que parecieran de mármol y piedra de jaspe, y se instalaron vidrieras importadas de Alemania. La impresionante construcción gótica, estructurada en torno a dos torres caladas unidas por bóvedas de acero, se eleva a 32 metros sobre el suelo. En 1891, la iglesia fue consagrada por el arzobispo de Manila y elevada a la categoría de basílica menor por el Papa León XIII.
Aunque el acero demostró ser un material resistente al fuego y a los terremotos, también resultó vulnerable a la oxidación y la corrosión causadas por la humedad y el aire marino que soplaba desde la bahía de Manila. En 1982, la iglesia fue declarada en peligro y el Instituto Histórico Nacional puso en marcha un plan de restauración.
En la actualidad, la iglesia está considerada Tesoro Cultural Nacional y Monumento Histórico Nacional, y en 2006 se incluyó en la lista provisional de monumentos filipinos que serán declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.