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Alban nos concedió una entrevista extraordinaria. Sin duda, porque Alban no es ordinario. De hecho, ¡es raro encontrar una entrevista en la que el entrevistador haga tantas preguntas como el periodista! Discreto, habla muy poco de sí mismo, pero es extremadamente atento con su entrevistado. Está presente, se interesa por sus entrevistados y disfruta cuando le cuentan un trozo de nuestras vidas. Sin embargo, al compartir fotos y recuerdos, Alban revela poco a poco su corazón lleno de amor y una gran alegría de vivir.
El sentido de la celebración
Alban es la alegría en estado puro. Cuando viaja, le gusta fotografiar palmeras porque "parecen fuegos artificiales". Tiene sentido de la fiesta, le encanta bailar y nunca rechaza una copa de champán o, como el digno hijo de un viticultor borgoñón, una copa de buen vino. "Para Alban, toda ocasión es buena para alegrarse, está muy contento, todo el tiempo, es un rayo de sol", insiste su madre, Dominique.
Entusiasta, dispuesto a todo, tiene muchas actividades, desde la natación al saxofón, pasando por el bricolaje y la cocina. ¿Su especialidad? El fondant de chocolate. "Con crema Chantilly", añade rápidamente, ilustrando su gusto por lo bueno. Es una pasión a la que se entrega con alegría y generosidad: durante las vacaciones, hacía gougères, que repartía a todos los habitantes de su pueblo el día de Pascua.
Pero, ¿qué es lo que más le gusta? Disfruta especialmente de las reuniones familiares con sus hermanos y hermanas, sus primos y sus tres sobrinos pequeños.
Espíritu de servicio
Todos los días reciben a Alban en el centro de actividades diurnas, donde se organizan diversos talleres: bricolaje, jardinería, biblioteconomía, cocina... sin olvidar la gimnasia y la escalada.
Es muy atlético, también monta a caballo, juega al tenis con regularidad y toma clases de natación. Alban también prospera trabajando. Desde hace más de un año, es camarero en un restaurante del centro de Dijon, en " Monique ", donde trabaja un día a la semana. Ayuda a poner las mesas, sienta a los clientes, presta servicio y ayuda en la limpieza.
"Hace muchas cosas y estamos muy contentos de tener a Alban en el equipo. Requiere un poco más de atención de lo habitual, pero nos aporta mucho", dice Victor Blatrix.
"Es una persona alegre, siempre está de buen humor y es capaz de tranquilizarme, darme ánimos y relativizar las cosas cuando empiezo a estresarme, porque no tiene la misma percepción que nosotros. Y al mismo tiempo tiene mucho humor, se ríe de los juegos de palabras, imita mis actitudes... ¡Es un gran soplo de aire fresco!".
Los clientes también parecen cambiar en presencia de Alban. Según el director, son más atentos, tolerantes y tienen menos peticiones específicas. "Esta experiencia lleva a Alban a una pequeña forma de autonomía". - confía su madre. "Se le acoge en un entorno normal, no está 'separado' y así nos damos cuenta de todo lo que aporta a la sociedad".
El sabor del trabajo bien hecho
Su sentido del servicio no se detiene en la puerta del restaurante. Ayuda mucho en casa, sobre todo en el jardín. "Ayudo a Pape a cortar el árbol, a guardarlo, a cortar el césped", explica.
Tantas actividades que le llenan de alegría y de amor por el trabajo bien hecho, como confirma también Anne, una profesora que acompaña a Alban desde hace unos diez años.
"El objetivo es proporcionarle lo que le ayudará en su vida diaria". - Anne explica. "Alban siempre está muy motivado para aprender, siempre viene con una sonrisa y obtiene una gran satisfacción del más mínimo cumplido". Alban necesita orden, un marco. "Siempre hacemos los ejercicios en el mismo orden, le gusta el orden", subraya la profesora.
Amado por Dios
Criado en la fe católica, Alban también sirve en Misa de vez en cuando. El verano pasado fue a la JMJ de Lisboa. "Vi al Papa, hubo música y fuegos artificiales", recuerda alegre.
Pero uno de los lugares donde Alban y sus padres quizá recargan mejor las pilas es el "Retiro de los Amados", en el santuario de Sainte-Baume (Var), dedicado a las familias con un hijo con síndrome de Down. Los dominicos lo organizan en julio, y Alban y sus padres acuden a este retiro desde hace cinco años.
"Es un momento fantástico. Compartimos nuestras alegrías, nuestras penas con familias que también luchan con discapacidades, todo el mundo se entiende, hay enseñanzas espirituales, ¡es un verdadero soplo de aire fresco!", confiesa Dominic.
Y ahí es donde Alban se siente muy a gusto, entre los juegos, las vigilias, el buen humor y los scouts que cuidan de los jóvenes. "Es pura alegría", añade.
El 21 de enero, Alban cumplió 30 años. Sus padres le han prometido que será un año de "fuegos artificiales" y lleno de sorpresas, ¡lo que también le deseamos!