La gula se reconoce con una conducta de comer y beber de manera inmoderada. Este es uno de los siete pecados capitales que menciona el Catecismo de la Iglesia Católica (1866).
Santo Tomás de Aquino profundiza en el tema en su Suma Teológica y cita a san Gregorio:
"Cuando manda la gula, los hombres se pierden en todo aquello en lo que se han comportado bien, y si no se domina el vientre, este mata todas las virtudes" (II-II, cuestión 148, art. 1-3)
Lo coloca como opuesto a la sobriedad, y hace toda una disertación sobre lo que se considera pecado grave o mortal.
Cinco tipos de gula
La comida tiene como fin mantener a la persona con vida, por eso santo Tomás destaca que, cuando se pierde de vista esta finalidad, se puede caer en cinco tipos de gula:
Comer fuera de hora sin necesidad; comer con demasiado ardor; exigir manjares exquisitos; comer manjares, preparados con excesivo refinamiento; comer excesivamente.
Po supuesto, la comida no es mala, tampoco la bebida. Hay que recordar que lo que está mal es el exceso, y lo que expone el santo implica sobrepasar el límite de tiempo, preparación, refinamiento y cantidad. Se pierde, entonces, el fin de la comida.
Las hijas de la gula
Resulta interesante leer lo que santo Tomás dice de este pecado en su obra. Nuevamente cita a san Gregorio mencionando que la gula tiene cinco "hijas", es decir, cinco pecados que surgen de ella:
1 | La alegría boba -que es la torpeza o estupidez del entendimiento- que adormece a la razón por el exceso de comida y bebida.
2 | La bufonería o desordenada alegría, que ocasiona risa sin razón y una pérdida del control, que a su vez, lleva a la hilaridad.
3 | La locuacidad excesiva, que lleva a la persona a soltar su lengua y hablar inconveniencias.
4 | La ceguera mental, que desencadena ordinariez en las palabras y en los gestos, provocando peleas en muchas ocasiones.
5 | Lujuria e inmundicia, que es el efecto mas frecuente y pernicioso del vicio de la gula; este puede afectar el estómago provocando vómito y desatando las pasiones.
(II-II, cuestión 148 art. 2, 3)
Las nefastas consecuencias
Todo esto provoca que se pierda el gobierno y la dirección de nuestros actos. Por eso, quien se modera en la comida y la bebida tiene mayor lucidez para pensar y entender lo que está bien y lo que no lo está.
Baste el ejemplo de quienes se embriagan y cometen tonterías, alegando al día siguiente, junto con la resaca, que no recuerdan lo que hicieron, pero que, gracias a que perdieron todo recato, ahora tienen mucho de qué arrepentirse.
Y, por supuesto, cuando esto se convierte en vicio, derivan pecados en contra de la familia y la justicia que se tiene con ella, como acabarse el dinero del sustento de los hijos y endeudarse para cubrir las necesidades básicas.
Que Dios nos libre de este pecado.