En el libro de los Proverbios se dice que "el hermano ayudado por su hermano es fuerte como una ciudad amurallada". La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) fundada por el Padre Ángel Ayala, lo sabe, y por eso ha organizado el primer encuentro de influencers católicos de España. Motivado por la certeza de que un francotirador en solitario podría dar en la diana, pero que todos unidos podrían alcanzar a un mayor número de almas, queda claro que el paso es más firme y más seguro cuando uno se sabe sostenido por las oraciones y acciones del resto de pescadores que faenan en estas redes.
De las redes de pesca a las redes sociales
La evangelización digital es un tema de suma relevancia pues desde las redes sociales también se puede contrarrestar el mal con una abundancia de bien, tal como lo afirmaba San Josemaría en el punto 864 de Surco:
"Tarea del cristiano: ahogar el mal en abundancia de bien. No se trata de campañas negativas, ni de ser antinada. Al contrario: vivir de afirmación, llenos de optimismo, con juventud, alegría y paz; ver con comprensión a todos: a los que siguen a Cristo y a los que le abandonan o no le conocen.
—Pero comprensión no significa abstencionismo, ni indiferencia, sino actividad".
El Señor trabajó con un tipo de redes y ahora estas nuevas redes también deben ser suyas. Por ello, como católicos practicantes, debemos llenar las redes sociales con mensajes de esperanza, fe e ilusión, huyendo de la mentira y luchando para que también en Internet brille el bien, la verdad y la belleza.
En el Internet como en el mundo, existen cuentas meridianamente distintas entre sí, pero unidas por una misma creencia y misión. Esta disparidad de formas, de situaciones y vidas enriquece el debate y fomenta un intercambio de ideas más amplio, pero siempre enfocado en Dios.
Ninguna vida o misión queda fuera
En Instagram, Youtube y demás plataformas de consumo hay ejemplos cristianos con los que cualquier persona puede identificarse, desde jóvenes que viven su noviazgo en santidad, hasta madres que comparten sus consejos y sacerdotes que predican el Evangelio.
Madres de familia, como Irene Alonso, que junto a su familia estuvo de Misión en China. ¿Su labor? Vivir y pasear con su gigante y preciosa familia por un país donde la vida vale muy poco; así como Lourdes Montes, cuya alegría y risa nos enseña cómo un hogar puede ser el escondite de ese tesoro llamado felicidad; o Mar Dorrio.
¿Necesitas compañía para orar? Canales de YouTube como el Rosario de las 11, con Belén Perales, todas las noches hacen un directo a las 11 para rezar el Santo Rosario en compañía. También están las grandes ilustradoras del momento en España, como Pati Trigo, Victoria, de la cuenta latinawalls, y María Olguin, que son los pinceles de Dios.
Además, entre los católicos que contrarrestan el mal en redes, sin duda están los jóvenes que viven mirando al Cielo su juventud y su noviazgo, como, por ejemplo, Carla Restoy o Quique Mira. También están los sacerdotes que nos hacen sonreír, como Patxi Bronchalo, o el Padre Jesús; y cuentas que tratan el tema de la fertilidad femenina, como Eva Corujo; pero también Laura Montesinos, que, desde su cuenta @viajarentrelineas, se dedica a acompañar en el duelo y nos recuerda que hay vida más allá de la muerte. Todo un conjunto de cuentas que se reconocen followers y no influencers: followers del único like que importa, su like, el like del Cielo.
Un hambre de Dios y una tentación a vencer
Estos misioneros digitales coinciden en que hay hambre de Dios en el mundo, pues los miles de seguidores que acumulan todos juntos buscan, en las ventanas de sus cuentas, un enlace con el Cielo. Sin embargo, también han tenido que lidiar con la tentación del gran fiscal: "¿Con las arrugas y manchas que tienes en el alma, quién eres tú para hablar de Dios? ¿Quién te has creído?". La respuesta del abogado de la defensa también es clara y común para todos: "Aunque el sobre esté sucio y arrugado, el mensaje sigue siendo necesario, bueno y verdadero…, así que ¡adelante!"
Influencers o no, el Señor cuenta con nosotros y conoce mejor que nadie el estado de nuestra alma, nuestras debilidades y limitaciones. Siempre nos sentiremos como 'malos embajadores' de su mensaje, pero eso no nos exime de cumplir nuestra misión de llevar el Evangelio. Este congreso -al igual que la labor de adaptarnos a las nuevas tecnologías como Iglesia- no terminó con un punto final, terminó con los tres puntos seguidos, que indican... continuará.