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Cualquier fan de Batman es incapaz de resistirse a las numerosas variantes que el cine, el cómic y la televisión nos ofrecen en torno al mítico personaje creado por Bob Kane y Bill Finger. Merry Little Batman, titulada en España de manera un tanto ridícula como Feliz Mini-Bat Navidad, es la enésima vuelta de tuerca al Caballero Oscuro en un largometraje animado divertido y muy apropiado para estas fechas. Es decir, ideal para verlo en familia, pues se trata de cine navideño para todos los públicos.
En esta ocasión el poderoso Batman / Bruce Wayne (voz original del actor Luke Wilson) permanece fuera de escena casi todo el metraje en beneficio de su hijo, un niño de ocho años llamado Damian (voz de Yonas Kibreab) que quiere emular a su padre y convertirse ya en un superhéroe a pesar de su corta edad. Damian ha crecido en un entorno preparado por su progenitor: antes del nacimiento del niño, Wayne se las arregló para limpiar Gotham de supervillanos, encerrándolos en cárceles y manicomios para dejarle una ciudad decente, pacífica y sin crímenes.
Cuando una nueva aventura lo aleja de su hijo, de su mansión y de su mayordomo Alfred (voz de James Cromwell) unas horas antes de la Nochebuena, el pequeño tratará de defender la ciudad como lo solía hacer su padre ante el acoso de los criminales. El cometido del villano principal, Joker, consiste en robar la Navidad y, por supuesto, destruir la ciudad y sembrar el caos. Uno de los divertimentos del filme es ver de nuevo en acción a algunos de los malvados más emblemáticos de Batman: aparte del Joker, desfilan por la pantalla Bane, Pingüino, Poison Ivy y Freeze, entre otros.
Si uno se fija, puede detectar algunos guiños u homenajes a lo largo de la película. La gata se llama Selina en honor a Catwoman. Durante el intento de robo a la mansión, repelido por Damian, es inevitable acordarse de Solo en casa y las peripecias de dos intrusos para allanar la morada y llevarse el botín. Las tentativas de Joker para robar la Navidad y dejar a los ciudadanos sin sus regalos nos recuerda, sin duda, a Pesadilla antes de Navidad.
Relación paternofilial
Pero el poso principal de la película, destinada fundamentalmente al público infantil, reside en la relación paternofilial entre Bruce y Damian. Como sabemos, el millonario Wayne creció huérfano después de que asesinaran a sus padres durante un atraco. Es por eso que siempre ha querido proteger algo que su hijo tiene y él nunca tuvo: una infancia.
Bruce cree que el muchacho no está preparado para imitarle y por ello toma todas las precauciones posibles para posponer su entrada en el mundo de los adultos y sus responsabilidades. Otra de las temáticas gira en torno a la soledad, porque es así como Batman y su némesis se sintieron alguna vez.
Sin embargo, Little Merry Batman apuesta por un tono cómico y festivo, apartándose de la gravedad y de la solemnidad habituales del personaje. Aunque sale poco en pantalla, el Bruce Wayne a quien presta su voz Luke Wilson no es ya un hombre atormentado y siniestro, sino un padre que se obsesiona con la seguridad de su hijo y trata de propiciarle el aprendizaje necesario mediante dosis pequeñas. Wayne transmite al niño que un superhéroe debe contar con tres requisitos esenciales: enfoque, responsabilidad y sacrificio. Al fin y al cabo es el retrato de un padre y un hijo que procuran demostrarse lo necesarios e importantes que son el uno para el otro.
Llaman la atención el dibujo y las animaciones elegidas para el filme. Sus creadores han optado por un estilo que combina el trazo clásico, de pinceladas casi descuidadas (pensemos en 101 dálmatas, la versión de siempre), junto a unas facciones que remiten más al universo de la caricatura. Las caras de los adultos lucen deformes, con narices imposibles y mandíbulas kilométricas, lo que refuerza el tono humorístico que han querido suministrarle a este Caballero Oscuro navideño dirigido por Mike Roth. Se agradece ese estilo de animación a mano que huye de los dibujos diseñados por ordenador.