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Las palabras pueden tener muchos significados; sin embargo, el contexto les da sentido y nos ayuda a entender la realidad. Este es el caso del término, por demás utilizado, "ajustar". De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, se refiere a adaptar, encajar o acomodar algo a otra cosa para que no haya discrepancia entre ellas.
Esto viene muy bien cuando se habla de la voluntad divina. Cuando una persona quiere adaptarse a lo que Dios le manda, se está "ajustando" a Él, pues sabe que nadie mejor que el Señor para mostrarle el camino que le conviene. Así lo afirma constantemente el padre Rubén Darío García, sacerdote colombiano, durante el rezo diario de las laudes en su canal de YouTube.
San José era un hombre justo
Ahora bien, hacer esta afirmación es bastante simple, pero en realidad se requiere de una fe profundísima y una vida espiritual colmada de Dios, porque se trata de dejar verdaderamente todo en las manos de Dios. Ajustarse entonces a Él, si lo vemos desde el punto de vista mundano, no es sencillo. Cualquiera puede pensar en su propia vida y analizar cuántas veces ha hecho lo que Dios quiere, sin protestar. La respuesta es personal.
Sin embargo, el Evangelio nos habla de san José, un hombre justo, que estaba comprometido con María, una joven virgen, y que, antes de vivir juntos, supo que ella estaba embarazada. La suerte que le esperaba, según las leyes judías, era la muerte. Él, no queriendo exponerla, quiso abandonarla en secreto.
La narración del evangelista Mateo (cap. 1) continúa diciendo que un ángel le dice en sueños que no tema recibir a su esposa porque ha engendrado por obra del Espíritu Santo. Él, entonces, se ajusta a la voluntad de Dios, y se lleva a María a su casa.
Aprendamos a ser justos
Esta justicia se refiere, entonces, a apegarse a la voluntad de Dios, por amor a Él. Por eso, el mejor modelo es san José, cuyo amor a Dios y a María lo hicieron confiar y creer en que la misión que el Señor le encomendaba era proteger a su Hijo, formando una Sagrada Familia con ellos.
¡Qué enorme fe, qué inmenso amor, cuánta fidelidad! Es indescriptible lo que vivió este magnífico hombre, ejemplo para todos nosotros. Pidamos al señor san José que nos ayude para alcanzar la perfección como él lo hizo, creyendo firmemente que Dios da todo lo necesario a aquel que decide ajustarse a su voluntad.