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¿Sigue teniendo sentido hoy en día la castidad antes del matrimonio?

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Aline Iaschine - publicado el 25/10/23
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La castidad antes del matrimonio profundiza la relación entre los novios. Permite construir la relación sobre bases sólidas y aprender a amar libremente.

Pocas parejas conocen el verdadero significado de la castidad. Muchos llegan al matrimonio habiendo vivido juntos algún tiempo, pero la Iglesia alienta otro camino. Un camino privilegiado que permite a las parejas experimentar el amor por excelencia, o "amor premium", como dice el padre Paul Habsbourg, que prepara a muchos novios para el sacramento del matrimonio.

Eléonore y Guillaume experimentaron este amor durante su noviazgo. En donde se dieron la oportunidad de amarse real y verdaderamente. A pesar de haber vivido juntos unos meses, decidieron pasar por un periodo de abstinencia hasta la boda, lo que les permitió conocerse mejor. "Este periodo nos permitió ser sinceros el uno con el otro, comunicarnos mejor y centrarnos en los aspectos no sexuales de nuestra relación: el emocional, el intelectual y el espiritual", confiesan. Tras vivir castamente durante un año, "llegaron a un matrimonio luminoso. Fue una inmensa alegría ver su camino", cuenta el padre Paul a Aleteia.

Amar a tu prometido como a un hermano, amar a tu prometida como a una hermana

En el curso de la preparación al matrimonio, el Padre Pablo invita a las parejas a conocer este amor fraterno, retomando el concepto de la hermana-esposa del libro de Tobías (Tb 8, 6-8). Invita a los novios a pensar en la relación que tienen con uno de sus hermanos, y en la admiración y el amor incondicional y absoluto que sienten por esa persona.

Cuando se tiene un hermano o una hermana, se le ama sin esperar nada a cambio. Es un amor de entrega: un amor que se acerca al amor que Dios nos tiene a todos y cada uno de nosotros.

"Imaginen que pudieran añadir a su amor de novios esta forma indestructible de amor que ya conocen. Es un regalo que no tiene precio, porque los invita a tener un amor puro y a estar en el don", explica el padre Paul.

"A menudo nos encontramos en un amor que busca la felicidad en la otra persona, que se busca a sí mismo. Es la búsqueda del amor que da placer. Estamos menos en el amor fraterno. Pero el momento del noviazgo es el único posible en el que podemos ejercer este amor", confiesa. Es un tiempo en el que puedes aprender a amar a la otra persona por sí misma, con total libertad, sin buscar nada para ti. "Imagina la fuerza y el poder que eso puede aportar. Si una pareja consigue eso, ¡su amor nunca podrá romperse!"

Para animarles a vivir esto, a fin de construir su relación sobre bases sólidas, el Padre Pablo les recuerda que "cuando rezan el Padrenuestro, su prometido o prometida es ante todo su hermano o hermana. Incluso después del matrimonio, seguirán siendo hermanos, porque son ante todo hijos de Dios. Después vendrá su realidad de casados".

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