La sencillez trae paz. Si te pasas gran parte de la visita de un ser querido cocinando, no podrás disfrutar hablando con él. Es buena idea elegir uno o dos platos para preparar y, en lugar de preparar otros agapes, dedicar tiempo a relajarse en su compañía.
La hospitalidad es una buena virtud y las amistades mejoran nuestra salud mental y física. Pero no siempre es fácil invitar personas a casa. Pueden surgir dudas: ¿hay suficiente? ¿Pensarán que mi casa está hecha un desastre? ¿Y si nadie se lo pasa bien? Aquí tienes unos cuantos consejos de eficacia probada para cuando dudes en ser anfitrión.
1simplifica las cosas
Un menú o una configuración demasiado complicados solo generan estrés. Haz las cosas lo más sencillas posible. Es mejor preparar uno o dos platos deliciosos y viables que estresarse preparando todo tipo de platos diferentes y muy complicados. La sencillez reduce el estrés y te permite afrontar la velada con más tranquilidad.
2Pide ayuda
Si vas a celebrar una gran fiesta, pide a tus amigos que te ayuden trayendo algún platillo, o encargándose de las actividades para entretener a los niños durante la fiesta. Designa "líderes" que organicen un juego o una piñata. Además de quitarte un peso de encima, pedir a los invitados que participen a veces les ayuda a sentirse más cómodos. No te sientas culpable por pedir ayuda. Tus amigos están encantados de que les invites, y participar en la organización del evento reforzará vuestros lazos de amistad.
3Piensa CON ORIGINALIDAD
¿No quieres preparar la cena? No hay problema. ¿Por qué no invitas a tus amigos a tomar el postre o a jugar a un juego de mesa después de cenar? ¿Te parece que tu casa es demasiado pequeña para organizar una fiesta? Queda en un parque o en el bosque. Por supuesto, hay momentos en la vida en los que organizar grandes eventos no es fácil, pero con un poco de creatividad puedes crear algo mágico y muy bonito. Solo hace falta un poco de planificación y previsión para hacerlo sin sentirte ansioso o estresado.
4REZA AL BEATO SILVESTRE VENTURA
Y si tienes dudas sobre tus dotes culinarias, no dudes en rezar al Beato Silvestre Ventura. Cocinero de su comunidad monástica, Silvestre Ventura, hermano laico que vivió en Florencia en el siglo XIV, ayudaba a los que estaban detrás de los fogones. Cuenta la leyenda que a menudo tenía visiones celestiales y entraba en éxtasis mientras sus cacerolas estaban al fuego. Pero los ángeles ocupaban su lugar y cocinaban por él.