Tierra prometida, de Alver Metalli (Editorial Biblos, Buenos Aires, 2023), es una historia de amistad y comunión. Obra que pretende narrar los inicios del movimiento Comunión y Liberación en América del Sur, pero que al hacerlo se introduce en una etapa muy especial de América Latina, en lo político, lo social, y en diálogo con ellas lo eclesial. Narrar una historia, o una cadena de historias, en la Sudamérica rioplantese entre 1973 y 1984 en la Argentina puede ser para algunos sumergirse en una misteriosa cueva de más sombras que luces. Pero no es el camino que propone Metalli.
Tierra Prometida comienza en la paz de un monasterio trapense en Hinojo, provincia de Buenos Aires. Con su fundación, gracias a la amistad de don Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, con el monasterio de Vitorchiano del que partieron las hermanas fundadoras en Italia, arribó la semilla de su mensaje a América Latina. Una de las fundadoras incluso, en respuesta al Papa Pablo VI que al enviarlas les pidió si querían una bendición especial para alguien, la pidió para Comunión y Liberación.
Si bien las hermanas trapenses no son protagonistas de “Tierra prometida”, reflejan el espíritu de amistad con distintos carismas de la Iglesia que sobrevuela todo el libro.
De la mano cisterciense, providencialmente, llegaba un carisma nuevo, surgido siglos después, a América Latina. El mismo Giussani, poco tiempo después de que las hermanas arribasen a su casa en pleno campo argentino, las visitó. Y repitió al año siguiente la visita. Y luego las continuó don Francesco Ricci, su mano derecha, y gran protagonista de este inicio en la región.
Los siguientes pasos, ya serían en ciudades, con otros amigos, que Metalli va presentando capítulo a capítulo con algunas referencias históricas locales que lejos de agregar drama, fundamentan la providencia de la semilla que iba naciendo.
Con amigos italianos en Buenos Aires, con jóvenes osados que desde Italia emprenden una misión que el padre Ricci propone sea “no reproducir, sino hacer que nazca de nuevo; no copiar, sino inventar” la comunión vivida en Italia, así fue naciendo un sueño. Con jóvenes fueron tomando protagonismo, con líderes sociales, con algunos pasos que no salieron como quizá quienes lo dieron imaginaban, pero que fueron teniendo cada vez más eco. Y muchas amistades. Es la amistad la que acerca a un militante peronista exiliado a Comunión y Liberación, una suerte de “caso cero”, como lo define Metalli. O a un sindicalista uruguayo. O a los grandes teólogos de aquellos años.
En ese camino de comunión que nace de nuevo comienzan a aparecer algunos nombres importantes en la historia de la iglesia latinoamericana, como Quarracino, Bergoglio, Karlic, Alliende, pensadores como Emilio Komar, y muy buenos amigos como Guzmán Carriquiry, y Methol Ferré. Y así, esta aproximación a la historia de Comunión y Liberación en América comienza a ser una ventana a una parte de la iglesia en la región, durante años tan complejos como fundacionales.
Conferencia de Puebla, nuevas realidades eclesiales, reflexión sobre la enseñanza social de la Iglesia, son hilos que se van entrelazando y dialogando con personas, mientras Don Giussani define a América Latina como la Tierra del Futuro.
Imprescindible, se concluye en la obra, es la “intuición geopolítica misionera” de Ricci, que no solo ha puesto en diálogo a Comunión y Liberación con la Iglesia en la región, con sus pensadores, sino que desde la amistad puso en diálogo a la realidad eclesial latinoamericana con el mundo, contextualizando y matizando interpretaciones teológicas. Son un pilar de este acercamiento las publicaciones de Comunión y Liberación.
Las visitas del padre Ricci y del propio don Giussiani van concatenando las historias narradas en los capítulos y explicando la propuesta del Movimiento a la Iglesia. En Chile, uno de los entrevistados por Metalli recordaba: “Giussani nos decía que el encuentro con Cristo era el método a través del cual se forjaba un pueblo nuevo, y en este sentido insistía en que lo fundamental era la amistad entre nosotros”. Del Uruguay recoge un testimonio que recuerda que Don Giussani dijo que Comunión y Liberación era más ella misma cuánto más es Iglesia.
América, el nuevo mundo como tierra de misión, ha sido objeto de estudio de muchísima literatura que si bien narra la historia de alguna familia religiosa particular, es espejo y modelo de inspiración para muchísimas otras. Tierra Prometida de Alver Metalli se inserta en esta tradición con la novedad de narrar una historia de nuestros tiempos, con protagonistas que aún hoy siguen animando la vida de la Iglesia, pero que ya merecen su libro de historia.