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Monseñor Gonzalo Alfredo Ontiveros Vivas cumple una labor misionera fascinante en el Vicariato Apostólico de Caroní (Bolívar, Venezuela), cuya sede episcopal se encuentra en Santa Elena de Uairén. El prelado procede de la Diócesis de San Cristóbal, y es el vicario de Caroní desde hace más de año y medio, tras ser nombrado por el papa Francisco.
Nació el 15 de diciembre de 1968, en Capacho, Táchira, y el trabajo que realiza es, sencillamente, la materialización de sus deseos de ser misionero mostrados desde niño.
Ontiveros Vivas acompaña pastoralmente al pueblo pemón, una etnia cuya población se estima alrededor de los 30.000 habitantes en la región que comprende los municipios Gran Sabana, Raúl Leoni, Sifontes y otros del estado Bolívar. Aunque son algunos más si se toma en cuenta su presencia en Brasil y Guyana, de acuerdo con el censo del año 2011.
El pueblo pemón, igual que la mayoría de los aborígenes venezolanos tiene problemas vinculados a la salud, educación, alimentación y desplazamiento forzado por varios motivos. Recientemente grupos ambientales y la misma Iglesia católica han denunciado que la «esclavitud minera», especialmente vinculada al Arco Minero, puede llevarlos al exterminio.
Aunque más adelante se detallará del trabajo pastoral que realiza monseñor Ontiveros en la región, es imperativo conocer primero la propuesta que ha planteado desde el 24 de abril al 3 de mayo, en diversos medios de comunicación de San Cristóbal, al promover la campaña: «Apadrina a un niño o joven indígena pemón en riesgo de movilidad».
¿Te gustaría colaborar con los niños pemones?
«En el Vicariato Apostólico del Caroní le estamos ofreciendo a esta importante porción indígena venezolana, la oportunidad de estudiar, formarse, e integrarse a la sociedad, además la posibilidad de salvar sus vidas de la esclavitud minera», expresó Ontiveros en una nota recibida por Aleteia. Los aportes recibidos serán para sostener el internado de niños y jóvenes pemones que, además, estará bajo el patrocinio del Santo Cristo de La Grita.
Agradeció a las parroquias e instancias eclesiales de la Diócesis de San Cristóbal, por la jornada de oración que se realiza todos los 20 de cada mes y el envío de alimentos, insumos médicos y enseres que llegan a Santa Elena de Uairén. En sonido recibido por Aleteia resalta:
«Quienes quieran apoyar el proyecto de padrinazgo, pueden contactarse a través del celular: 04267814230, en la red social: @vicariatocaroni o con la Diócesis de San Cristóbal».
La aventura misionera del Vicariato Apostólico de Caroní
El Vicariato Apostólico de Caroní fue erigido el 4 de marzo de 1922 mediante la bula Quoties Romani del Papa Pío XI. En Venezuela, a lo largo del siglo XX se crearon 26 diócesis y 3 de estos vicariatos para anunciar el Evangelio entre los pueblos indígenas.
«En estos primeros cien años desde la erección canónica del Vicariato Apostólico de Caroní, los padres capuchinos han llevado a cabo una misión difícil y entusiasmante. Casi un siglo de acompañamiento pastoral a nuestros hermanos indígenas», describe.
El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, en julio de 2021, explicó que fue transferido en jus commissionis, es decir, se ha comisionado, encargado de su atención a la diócesis de San Cristóbal. «Es un hecho relevante, pues es la primera vez en Venezuela que se le da la responsabilidad de su atención a una diócesis, algo existente en otros países bajo distintas modalidades». Porras considera que este hecho histórico debe resonar en todo el país.
«Pues, buena parte del territorio venezolano a la margen derecha del Orinoco es desconocida para la mayoría de nosotros, ajenos a su realidad física, cultural, social y política, pues es una región estratégica por su configuración geológica, con presencia importante de etnias indígenas, con la explotación irracional de sus recursos como lo que sucede en el llamado arco minero, y con un potencial importante para el desarrollo integral del país, no solo para aprovecharse de su riqueza».
Migración y explotación minera en el pueblo pemón
Desde el 20 de junio de 2021, cuando tomó posesión del Vicariato Apostólico de Caroní, monseñor Ontiveros Vivas escucha y observa esta nueva realidad entretejida con una cultura totalmente distinta a la de sus orígenes. «Estar aquí es también una ocasión para fortalecer la fe de los que vienen en misión … custodios silenciosos de la fascinante experiencia de enseñar y transmitir la fe», afirmó en su entrevista con Fides.
«Desde el punto de vista sociocultural, la visión cosmológica y cosmogónica del indígena influye decisivamente en su vida y en su forma de concebirla. Muchos de ellos viven en la pasividad y ven a la Iglesia y a todos los que llegan a sus territorios como quienes deben llevar comida y bebida. Algunas creencias también les han llevado a permanecer en un estado de subdesarrollo. Por ejemplo, en algunos casos se han negado a que el tendido eléctrico atraviese sus territorios y ahora viven a oscuras y aislados», comentó.
«En este escenario, aumenta la explotación de las minas, la contaminación de los ríos, la destrucción de la fauna salvaje, la introducción de drogas, alcohol, prostitución, trata de seres humanos y la falta de medidas de seguridad en el lugar de trabajo», agregó.
En marzo de 2023 pasado, el vicario de Caroní habló con Vatican News sobre esta realidad:
«El Caroní es un territorio de minas que no son explotadas de la mejor manera y tenemos a la comunidad de mineros del Orinoco que no obtiene suficientes beneficios, por lo tanto, se trata de un sector deprimido en el que hay mucho abandono ya que no se invierten las ganancias en el arreglo de carreteras y servicios».
Asimismo, debido al fenómeno migratorio han llegado a este lugar personas que han traído «el problema de la droga, la delincuencia y una serie de malas costumbres que afectan a la población, sobre todo el crimen de la trata de seres humanos que lamentablemente se ha incrementado y que preocupa a todos», dijo a la agencia informativa del Vaticano.
Finalmente, destaca Ontiveros, que la mentalidad de los indígenas y criollos que viven en la zona «debemos entenderla no como un obstáculo, sino como la realidad existencial en la que se desarrolla la vida de nuestra etnia pemón».
«Pemón significa hombre, persona. Y los indios pertenecientes a este pueblo suelen ser sociables y solidarios. He podido comprobarlo por mí mismo en muchas circunstancias concretas y reveladoras, que nos sorprenden y nos evangelizan. Como cuando te invitan al ‘tumaconseró’, y todos vienen a comer, y comparten la comida en la mesa, en comunidad, como gesto de solidaridad y cercanía con todos», subrayó en la entrevista.