La junta médica convocada para analizar una curación atribuida a la intercesión del venerable siervo de Dios cardenal Eduardo Francisco Pironio confirmó que no encontró explicación científica para dar cuenta de ella. Por lo tanto, la causa de beatificación da así un muy importante paso rumbo a lo que podría ser la primera beatificación de un cardenal latinoamericano de la historia.
Así lo confirmó el obispo monseñor Santiago Olivera, prelado argentino delegado para la causa de los santos, a la Agencia AICA. Por delante en el proceso está la validación de la comisión teológica, que se reuniría recién durante la segunda mitad del año, luego del verano europeo. Recién en ese momento, luego de consultas y aprobación de los cardenales, llegaría la posibilidad de que el Papa, si así lo ve, apruebe la beatificación.
Conducción de importantes dicasterios
Ordenado obispo en Argentina, desde la que asistió a las sesiones del Concilio Vaticano II como perito y luego padre conciliar, y luego secretario general del CELAM y organizador de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín, la primera post concilio, Pironio llegó a servir a la Iglesia universal desde la conducción de importantes dicasterios en la Santa Sede.
Primero, acompañando a la vida religiosa como prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Luego a la laical como presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, desde la que fue un importante promotor de las jornadas mundiales de la juventud.
En ambos espacios dejó una huella difícil de olvidar, con cercanía, afecto, y también conducción para ordenar estructuras y organizaciones, como testimonian quienes trabajaron con él entre 1975 y 1998, año de su fallecimiento, en Roma, a los 77 años. En los cónclaves de 1978, revelan no pocas fuentes, recibió votos para ser electo Papa.
«¡Cómo los quiero a los religiosos y religiosas, y a todos los laicos consagrados en el mundo! ¡Cómo pido a María santísima por ellos! ¡Cómo ofrezco hoy con alegría mi vida por su fidelidad!», escribió en su testamento espiritual.
Descansar en Luján
No obstante la propia fama de santidad en Roma, Pironio pidió que sus restos mortales descansen en la Basílica de Luján, a los pies de la patrona argentina Nuestra Señora de Luján, santuario mariano en el que había sido ordenado sacerdote y advocación a la que lo unía una entrañable relación.
Siempre que llegaba a la Argentina, visitar a la Virgen era lo primero que hacía. Era la puerta de Argentina, en sus palabras. A ella le debía mucho, siempre entendía.
Es que su madre, a los 18 años, cayó gravemente enferma. Y sanó inexplicablemente luego de la visita del obispo auxiliar de La Plata quien la invitó a renovar su confianza en Dios, la confesó, y le dijo que rezaría por ella una misa a los pies de la Virgen de Luján.
La mujer sanó, vivió hasta los 82 años, y tuvo otros 21 hijos. Su hijo número 22 fue Eduardo Francisco. Providencialmente, llegó a ser luego ordenado sacerdote en Luján y luego auxiliar de La Plata como aquel que había asistido a su madre.
Luego de tres misas a cuerpo presente en la catedral de Buenos Aires, una de ellas con la presencia del entonces presidente de la Nación, fue trasladado para su sepultura a Luján. La primera de las misas en la catedral, fue presidida por el entonces arzobispo coadjutor de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, quien podría ser el Papa que confirme su beatificación.