Un plan familiar infalible consiste en ir al cine a disfrutar de un largometraje capaz de gustar a niños y a adultos por igual, que nos entretenga y nos divierta y nos emocione durante noventa minutos. Ahora mismo esa apuesta es "Super Mario Bros: La película", cuyo ritmo frenético y su sentido del "más difícil todavía" la emparenta con esas montañas rusas cinematográficas que fueron "La LEGO película" y "Batman: La LEGO película".
Los años de pandemia y sus secuelas afectaron de manera profunda a las salas: pérdidas económicas, cierre de algunos edificios emblemáticos, ciudades pequeñas que se quedaron sin cines, rutina de los espectadores de consumir películas sólo en casa y mediante plataformas de streaming…
Por eso los filmes comerciales, los denominados blockbusters, son cada vez más espectaculares, sus artífices están más pendientes de enganchar al espectador con cebos que incluyan ese "más difícil todavía" y secuencias que sólo puedan disfrutarse al cien por cien en pantalla grande.
Poco a poco lo van consiguiendo: devolver el público a las salas, y ha sido gracias a "Top Gun: Maverick", "John Wick 4" o "Avatar: El sentido del agua". A ellas se suma "Super Mario Bros", que ya ha roto varios récords.
Pero volvamos al principio: entre ese propósito de los responsables cinematográficos de devolver el público a las salas está también el de conseguir que volvamos en familia al cine.
Yo mismo lo hice con la mía el anterior fin de semana y lo pasamos en grande con las aventuras de estos fontaneros de Nintendo, que a algunos nos recuerda a nuestra propia infancia, cuando íbamos a las salas de recreativos a jugar unas partidas del videojuego Donkey Kong, donde Mario intentaba rescatar a una princesa de las garras de un gorila que le arroja barriles para entorpecer su camino.
En mi caso, el otro día fue la primera vez que llevamos a nuestro segundo hijo (5 años) al cine. Yo llevaba meses esperando ese momento. Toda la "excursión" tuvo para mí, y supongo que para ellos también porque intenté verlo desde su perspectiva, el frescor de lo novedoso y el cobijo de lo familiar: la sala a oscuras, la bolsa de palomitas, el estruendo del sonido, el magnetismo de la pantalla grande, la emoción de acudir a ver "su primera película en el cine", los hermanos sentados juntos… Al final es una experiencia que, a juicio personal, me parece que une a la familia, y a los pequeños los identifica con los personajes que combaten el mal.
Es importante, también, enseñarles a respetar el entorno: que no se levanten, que no corran por los pasillos, que no salten entre las butacas, que hagan preguntas si lo necesitan pero sin gritar. Ir al cine implica educación y respeto hacia el auditorio. Algunos progenitores suelen olvidarlo.
La aceptación del padre y el amparo de la fraternidad
En "Super Mario Bros", además, y aunque la acción y las aventuras no dan un respiro, hay dos temas familiares notables: el primero es la necesidad de los dos hermanos, Mario y Luigi, de conseguir la aceptación de su padre, quien al principio no ve con agrado que se dediquen a la fontanería; el segundo, la insistencia de Mario en que "nada puede dañarnos mientras estemos juntos", refiriéndose a él y a Luigi como dos hermanos cuya unión hace la fuerza, que se necesitan el uno al otro. Es decir, estamos ante los valores de la fraternidad y de la solidaridad. Puede que el guión no incida demasiado en ello, pero seguro que el mensaje cala en los niños.
El argumento no presenta dificultades porque está centrado en la audiencia más joven: Mario y Luigi viven en Brooklyn y, por una serie de equívocos, van a parar a un mundo de fantasía. Sus caminos se separan: Mario llega al Reino Champiñón, en el que manda la princesa Peach; Luigi aterriza en las Tierras Oscuras, dominadas por el cruel Bowser. La misión de Mario será rescatar a su hermano, el más desvalido de los dos.
Secuencia a secuencia, los directores (Aaron Horvath y Michael Jelenic, quienes provienen de "Teen Titans Go!" y otras series animadas de televisión) van introduciendo todas las referencias y los personajes que nos resultan familiares a quienes hemos visto cómo nuestros hijos manejaban los videojuegos y el abundante merchandising del personaje: monedas de oro, champiñones de energía, bloques de ladrillo, estrellas, flores de fuego, caparazones, torres, caminos de arco iris, tortugas, plantas carnívoras… El filme contiene una banda sonora adecuada para nostálgicos, con canciones de A-Ha, Electric Light Orchestra, Bonnie Tyler y AC/DC, entre otros, y numerosas variantes musicales del tema principal de los videojuegos de Mario y Luigi.
Mi consejo es que, si tienen hijos, no esperen a que llegue a las plataformas: vayan ya mismo a disfrutarla al cine. Es una experiencia que une y refuerza los lazos: hace poco nos lo enseñó Spielberg al inicio de "Los Fabelman".