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«La providencia de Dios me trajo a Rapa Nui porque no estaba en mis planes, cuando se dio está oportunidad tenía más cosas en contra que a favor y fue cuando pensé: si Dios me está enviando a ese lugar del mundo es porque tiene una misión para mí».
Así comienza su relato en Aleteia David Montenegro Aravena, quien además de profesor de religión es el encargado de la Pastoral del colegio Hermano Eugenio Eyraud, de Isla de Pascua.
En efecto, David se destaca por haber sido seleccionado para un cargo un tanto especial en un sitio muchas veces asociado al fin del mundo y el proceso para él ha sido una grata sorpresa.
«Estaba trabajando en un colegio católico de San Felipe y a cargo de la Pastoral cuando en un grupo de Facebook en el que participo, supe que había una oportunidad laboral que se ajustaba a mi perfil, en Isla de Pascua. Son los misterios de Dios que me llevaron a postularme, lo hice sin mayor ilusión, solo para probar», expresó.
«Grande fue la sorpresa cuando me empezaron a entrevistar y fui pasando las etapas hasta que me dijeron que había sido seleccionado para el cargo. Lo primero que sentí fueron los miedos propios de dejar todo, fue un impacto muy grande», indicó David.
La llegada a Rapa Nui de este docente de 34 años, ligado toda su vida a la Iglesia católica se ha hecho notar, ya que por primera vez el tiempo de Cuaresma se ha vivido con gran intensidad y motivación en el único colegio que tiene el territorio insular chileno, perteneciente a la diócesis de Valparaíso.
Pero eso es solo uno de los grandes cambios que ha incorporado este profesor a la vida de Isla.
La importancia del canto
David cuenta que empezó a vivir la fe gracias a sus padres, siempre ligados a la iglesia católica:
«Una de las misiones en las que participé durante 17 años fue en el coro del Santuario de Santa Teresita de Los Andes, que queda muy cerca de la casa donde crecí. Cuando llegué a Isla de Pascua, lo primero que tuve que aprender fue cantar la misa en Rapa Nui. El ritmo es muy distinto, ellos viven una fiesta en cada misa, se escucha el ukelele, el acordeón, hay aplausos y mucha alegría. Me demoré tres meses hasta que lo logré, entonces incorporé esta práctica en el colegio porque era algo que no existía y empecé a ensayar con los niños».
«Esto es algo que me agradecen mucho las personas, es uno de los aportes que he venido a realizar», reflexionó
Otro de los cambios importantes que ha realizado el profesor Montenegro, es fortalecer y estrechar los vínculos con la parroquia de la Santa Cruz.
«Yo no concibo un colegio católico que no se vincule con la parroquia y es eso lo que yo he trabajado junto al padre Bernardo Astudillo, quien lleva 13 años a su cargo, tenemos una relación muy cercana, lo que nos permite ir haciendo la conexión entre cómo se vive el Evangelio por parte de la comunidad, su cultura y el aporte que podemos hacer nosotros».
«Me considero un poco misionero, tomé el arado como dice el Evangelio, no miré para atrás y partí. Vivir acá es como estar en otro país, lejos de la familia, los amigos y todo lo conocido, incluso las costumbres y cultura son muy diferentes a las del continente. Cuando subes al punto más ato de la Isla y vez que estás al medio del océano, es una prueba de fe muy grande. Creo que este es el lugar más hermoso del mundo para el desarrollo espiritual, encuentras postales maravillosas, atardeceres increíbles, naturaleza exuberante», comentó.
«Entonces hacer retiro con los niños en lugares paradisíacos, sin duda que permite otro tipo de conexión con la fe», prosiguió.
Preparando Semana Santa
Por estos días, el profesor y encargado de la Pastoral se prepara para las celebraciones de Domingo de Ramos y Semana Santa con los alumnos del colegio y en conjunto con la Parroquia. «Realizaremos una liturgia y una procesión en la que se bendecirán los ramos», comentó.
«El Jueves Santo, vamos a recrear la «última cena» al estilo Rapa Nui, algo que aprendí el año pasado. Estábamos en plena pandemia y llegó Semana Santa, entonces al momento de comprar las uvas nos dimos cuenta que los precios eran una locura, estaba carísima y decidimos incluir las frutas que se dan en abundancia en la Isla: mangos, maracuyá, piñas, guayabas», estableció.
«En ese momento fue cuando pensé que si Jesús estuviera aquí, así lo viviría utilizando los alimentos que la creación nos da. Así es que este año será igual, a lo que agregaremos coronas de flores a la vestimenta de los Apóstoles», manifestó.
«En general, todas las celebraciones religiosas llevan comida, el curanto es el centro, lo ofrece una familia para toda la Isla y todos están invitados a participar. Se realiza una liturgia y luego de la bendición del párroco se reparte», explicó.
«Firme en la fe»
Todas las vivencias que este profesor de Religión ha tenido durante el último año, desde que llegó a vivir al «Ombligo del mundo», lo han llevado a fortalecer cada día más su fe.
«Yo creo que Dios me mandó a este lugar con un propósito claro que estoy buscando, ha sido duro, muchas veces uno se siente solo, dan ganas de tomar el avión y volver con la familia, pero cuando se viven experiencias como la celebración de “San Pedro”, recorriendo la Isla en barcazas o la Fiesta de la “Virgen del Carmen”, en el barco de la Armada cantando en Rapa Nui con una devoción enorme, me doy cuenta que hay algo más que debo encontrar».
A lo que David agrega: «Dios me envío aquí para yo fortalecer mi propia experiencia de fe, tal como dice el lema de la Isla “Firme en la fe”, pero al mismo tiempo, yo he realizado mi aporte a la cultura de la Isla. Por ahora visualizo como desafíos en mi camino misionero el seguir actualizando el mensaje de Jesús y trabajar para potenciar el encuentro entre la fe y la cultura Rapa Nui».