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Antonietta Fava, era una dulce niña de tan solo doce años que de un pequeño pueblo llamado Casale di Carinola, al sur de Italia.
La niña era hija del primer matrimonio de su padre. Y como si fuera un cuento, la madrastra la tenía como sirvienta.
A parte de las tareas dentro de casa y en el campo, la madrastra le asignaba trabajos cada vez más exigentes como la de ir a lavar ropa cerca de un arroyo, en medio de la oscuridad de la noche.
La niña iba obediente pero con mucho miedo, sin dejar de llorar y para aliviar su sufrimiento, rezaba a una pequeña estatua de piedra de la Virgen ya presente en el lugar, pidiéndole gracia y paciencia.
Entonces que una 'dulce Señora', como ella misma la define, con un Niño en un brazo y en otra una luz. Ella le hizo compañía iluminándole el camino, aliviando su cansancio con su presencia.
Al llegar al río, la Duce Señora, le decía: «¡Moja y retuerce… Moja y retuerce, hija mía!». Y con poco esfuerzo toda la ropa quedaba resplandeciente.
Una iglesia para la Dulce Señora
La Virgen María se apareció a Antonietta por algún tiempo, y fueron testigos algunos pobladores que vieron a la niña caminar con una luz resplandeciente por el bosque oscuro.
Hasta que un día la 'dulce Señora' le declaró su voluntad con estas palabras:
Anhelo una iglesia en este lugar donde ahora está mi efigie, para que sea reverenciada por aquellas personas con más decoro. Razón de más para hacerles experimentar los efectos de mi soberana protección
La solicitud de la dulce Señora fue inmediatamente aceptada. Los habitantes de Casale, que había visto a la niña acompañada de la mujer desconocida y su lucecita durante varias noches, no dudaron en absoluto de la historia.
El santuario se creó después de haber excavado buena parte de la roca circundante. La estatua de piedra sagrada, con un peso de 400 kg, fue colocado en el altar mayor de la iglesia.
Abandono del santuario y el milagro de su resurgimiento
El santuario con el pasar de los años cayó en el abandono, la historia de Antonietta fue considerada como una vieja históriela pueblana y en el lugar solo quedó un viejo cementerio.
Sin embargo, hubo quienes no se rindieron ante la decadencia del lugar como Don Gicando Giuseppe Struffi, párroco de Casale di Carinola desde el 1942.
Eran tiempos difíciles y la inmediata posguerra, había dejado un gran desempleo y hambre. Por eso, el párroco, atendiendo a las distintas necesidades, inició la reestructuración del santuario, dando trabajo a muchos padres de familia y tratando de reavivar la fe en el lugar.
Y ocurrió el milagro el trabajo en el lugar llevaron al descubrimiento de lo que siempre se había narrado: ¡la sagrada efigie de la Virgen que la pequeña Antonietta Fava rezó antes de la aparición!
El entusiasmo de la población fue general, ya no había dudas: realmente María se había aparecido en ese lugar.
El Papa Benedicto XVI acreditó la veracidad de la aparición, colocando el sello papal.
El santuario de Santa Maria a Pisciariello o Santa Maria de las Gracias ha asumido el apodo de "pequeña Lourdes" a lo largo de los años, recordando la aparición de aquella más famosa en Francia.
Fuente: casaledicarinola.net