"Estoy convencida de que los gritos de los niños cuyas vidas han sido truncadas antes de su nacimiento, hieren los oídos de Dios".
La imagen estremece. Una señora reza en silencio frente a una clínica abortista, llegan unos policías y se la llevan detenida. En otro país, un sacerdote hace igual, la policía arremete contra él y se lo llevan esposado, arrastrándolo como el peor de los criminales. Rezar en algunos países es un crimen.
Suelo preguntarme: ¿dónde está el resto de los católicos? Vemos un silencio social, y por ello van ganando terreno los enemigos de la vida. Tú sé valiente, no te calles, defiende la Vida.
¿Es necesario el aborto?
A veces pienso que ciertos países los gobiernan presidentes y diputados que olvidan la ley moral, los 10 Mandamientos de Dios, por ser políticamente correctos y aferrarse al poder.
Con el tema del aborto no se pueden tener escrúpulos humanos y tratarlo con diplomacia.
Quieren que no descubras que es un crimen atroz y se estremezca tu conciencia. Por eso le dan nombres inofensivos como:
- Interrupción voluntaria del embarazo.
- Terminar un embarazo no deseado.
- Aborto terapéutico.
La página de Amnistía Internacional lo llama: "Una necesidad básica de atención de la salud para millones de mujeres…".
La verdad es que hablamos del asesinato de miles de seres humanos, niños y niñas indefensos.
Una rápida búsqueda en Internet te descubre el horror y la magnitud de estos crímenes contra la humanidad que claman al cielo por justicia. Cada año se provocan cerca de 73 millones de abortos en todo el mundo.
El peor enemigo de la paz
Son muy conocidas estas fuertes citas de la Madre Teresa de Calcuta, pero conviene que las repasemos y las lleves en tu corazón:
El aborto mata la paz del mundo... Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento.
A todos los jóvenes les digo: ustedes son el futuro de la vida familiar; son el futuro de la alegría de amar.
Mantengan la pureza, mantengan ese corazón, ese amor, virgen y puro, para que el día en que se casen puedan entregarse el uno al otro, algo realmente bello: la alegría de un amor puro.
Pero, si llegaran a cometer un error, les pido que no destruyan al niño, ayúdense mutuamente a querer y a aceptar a ese niño que aún no ha nacido. No lo maten, porque un error no se borra con un crimen.
La vida del fruto de ese amor pertenece a Dios, y ustedes tienen que protegerla, amarla y cuidarla. Porque ese niño ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y es un regalo de Dios.
La vida de cada ser humano, como que ha sido creación de Dios, es sagrada y de infinito valor, porque Él nos ha creado a todos nosotros, incluso al niño recién concebido. La imagen de Dios está en ese niño que aún no ha nacido.
Por eso, pienso que aquellas naciones que destruyen la vida legalizando el aborto son las más pobres, porque temen alimentar a un niño más y, por eso, agregan un cruel asesinato más a este mundo.
Piezas de un rompecabezas
¿Te ha pasado que de pronto todas las cosas a tu alrededor se alinean y algo ocurre? Me ocurre con frecuencia. Es como si me llegaran piezas de un rompecabezas que debo armar.
Esta semana me ocurrió. La primera pieza fue esta nota que leí en Twitter y que prefiero no mencionar al autor, por un gesto de caridad.
Son palabras impensables para una persona de fe, un creyente que conoce el valor de la vida. Una idea maravillosa que podría salvar cientos de miles de niños de ser asesinados, quieren desacreditarla.
"¿Cómo puede calificarse a una persona a quien le parece una buena idea obligar a una mujer a escuchar el latido del feto antes de abortar sino como un sádico?"
Cuando no existen argumentos de peso, desacreditar es la respuesta de algunos.
Por eso los católicos debemos estar informados de lo que ocurre en el mundo y prepararnos para reaccionar con misericordia, llevando la verdad y la filosa espada de la "Palabra de Dios" que exige al ser humano: "NO MATARÁS".
A los días encontré esa valerosa respuesta de un sacerdote que sigo en Twitter:
Alzar la voz
He reflexionado mucho sobre lo que vivimos y sobre nuestra responsabilidad como católicos. No podemos guardar silencio. Están masacrando de formas horribles a niños inocentes.
Esta mañana mi esposa Vida me llamó como suele hacerlo para tomarnos juntos un café y charlar un rato.
—Debes oír esta homilía del Padre Santiago Martín, no tiene desperdicio.
La escuché completa. Era la pieza que faltaba para completar mi rompecabezas. Te la comparto porque es muy edificante y nos abre los ojos a la realidad que vive el mundo y lo que debemos hacer nosotros como personas de fe en la Iglesia, seguidores de Jesús, el Hijo de Dios.
Mientras todas estas cosas ocurren, podemos rezar, pedir a Dios por esos niños inocentes, por los que los matan, por esas madres.
Nuestras oraciones siempre llegarán a los oídos de Dios nuestro Padre. Recemos por el respeto de la dignidad humana y la vida que es sagrada.
¡Dios te bendiga!