Lucia Graziano - publicado el 28/11/22 - actualizado el 29/11/24
Es difícil establecer una fecha exacta de invención cuando se trata de tradiciones populares tan extendidas; sin embargo, en este caso, se puede hacer con certeza: la primera corona de Adviento nació en 1839 gracias a Johan Hindrich Wichern, un joven pastor luterano
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Adviento ha llegado de nuevo este año; y como marca la tradición, en nuestros hogares e iglesias encenderemos las cuatro velas de la corona de Adviento, anunciando la llegada de una luz que pronto vendrá a traspasar las tinieblas.
Entre todas las tradiciones del período prenavideño, la corona de Adviento es una de las favoritas. Pero, ¿cuándo nació esta costumbre y cuáles son sus raíces?
Es raro poder hacer tal afirmación al hablar de tradiciones populares tan extendidas, pero la corona de Adviento tiene una fecha de nacimiento precisa: fue inventada por Johan Hindrich Wichern, un joven pastor luterano, quien la puso en marcha por primera vez en su casa de Hamburgo el 1 de diciembre de 1839.
La primera corona de Adviento nació en un hogar de acogida para niños con problemas. La casa de Wichern no era como muchas otras. Tomando prestado un término del lenguaje moderno, podríamos definirlo como una casa familiar en la que el pastor acogía a niños que, por graves motivos, habían sido apartados de sus familias de origen.
Nació en una casa para niños con problemas
Las necesidades de los niños abandonados siempre habían estado en el corazón de Johan Wichern. En 1832, después de obtener una licenciatura en teología, había comenzado a enseñar en una escuela dominical en Hamburgo, ubicada en los suburbios más pobres de la ciudad.
El joven maestro estaba consternado por la situación de extrema pobreza que vivían muchos de sus alumnos. No se trataba solo de niños de familias pobres que vivían con dignidad gracias a lo poco que tenían. Lamentablemente, en algunos casos, Wichern tuvo que enfrentarse a situaciones de abandono objetivo e intolerable.
Profundamente conmovido por esta experiencia, en 1833 Wichern fundó Rahue Haus, un centro dedicado a la acogida de niños que, en ese momento, se describían como "moralmente abandonados" y que hoy probablemente diríamos "en hogares de acogida".
Con una intuición verdaderamente innovadora para la época, Wichern no quiso encerrarlos en una estructura similar a los orfanatos. Al contrario, quería acoger a sus pequeños huéspedes en una aldea amiga de los niños, formada por muchas casas en las que vivirían un máximo de doce niños, confiados al cuidado de una familia de voluntarios.
Evidentemente, Wichern quería brindar a estos niños una infancia lo más normal posible, a pesar de las dolorosas circunstancias que los habían llevado a separarse de su familia de origen.
Precisamente por eso, el pastor se preocupó de que los niños asistieran a la escuela local y a la parroquia del barrio, como todos sus compañeros.
Ciertamente, se preocupó de cuidar personalmente de su formación espiritual, pues lo hizo de la misma manera en que podría haber actuado un padre de familia "normal". Sus catequesis se desarrollaban en un ambiente doméstico y con el más alto grado de informalidad. Y fueron precisamente estas ideas las que impulsaron a Wichern a inventar una tradición destinada a hacerse famosa.
Era el 1 de diciembre de 1839, primer domingo de Adviento, cuando el pastor reunió a todos sus alumnos y disfrutó de la sorpresa en sus ojos abiertos de par en par mientras les mostraba la primera corona de Adviento de la historia.
¿Cómo se hizo la primera corona de Adviento de la historia?
Era una corona muy diferente a la que conocemos hoy.
En primer lugar, no era una corona: no había hojas ni flores para decorarla. Era más bien un candelabro gigante hecho con una rueda de carreta que Wichern había anclado al techo. Fijadas en la rueda, había cuatro velas blancas grandes y veinte velas rojas pequeñas: una para cada uno de los días de Adviento.
Los niños se turnaban para encender una de las velas, una cada día. Lo hacían con un entusiasmo tan palpable, y con una alegría tan expectante, que enseguida quedó claro para todos que aquella tradición se convertiría en imprescindible en el hogar.
¡Y no solo en la casa de acogida!
En unas pocas décadas, la moda había comenzado a extenderse por las comunidades luteranas de la ciudad; y, desde allí, en todas las iglesias luteranas de Alemania.
Pronto, incluso las familias sintieron el deseo de revivir esta tradición en la intimidad de sus hogares. Fue entonces que las coronas de Adviento tomaron el aspecto que hoy conocemos.
Por conveniencia, el número de velas se redujo a cuatro, una para cada domingo. Y, por estética, el soporte que los sostenía comenzó a adornarse con guirnaldas de árboles de hoja perenne, lo que permitió que el candelabro se transformara en un elegante centro de mesa para las fiestas.
En la década de 1920, las guirnaldas también comenzaron a extenderse a los hogares católicos; sin embargo, las iglesias católicas las utilizaron hasta 1926; y la primera en hacerlo fue una parroquia de Colonia.