Papa Francisco explicó que los constructores de la paz son los que se esfuerzan con dedicación y paciencia por la concordia y la armonía. La paz nunca es violenta ni armada, dijo, no se la consigue conquistando o venciendo a nadie, sino que germina en el corazón a través de las obras de justicia y misericordia.
Los santos no son personas que en su vida fueron perfectas, siempre lineales, precisas o "almidonadas", tal como nos lo revela el Evangelio, dijo el Papa a la hora del Ángelus del Día de Todos los Santos. Y explicó que las páginas que Mateo dedica a las Bienaventuranzas – que pueden considerarse el carné de identidad de los santos – "¡hablan de una vida a contracorriente y revolucionaria!".
El Papa dijo que Jesús "no llama bienaventurados a aquellos que están en paz, sino a aquellos que hacen la paz, los constructores, los que trabajan por la paz". Y añadió que "de hecho, la paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia". Es un concepto de paz diferente al que solemos pensar: querer "estar en paz, que te dejen en paz, no tener problemas sino tranquilidad".
Desarmar el corazón para hacer crecer la semilla de la paz
Y si "se nos hace creer que la paz viene por la fuerza y el poder – prosiguió el Papa – para Jesús es lo contrario", de hecho "su vida y la de los santos" nos muestran "que la semilla de la paz, para crecer y dar fruto, debe morir primero".
En su diálogo ideal con los presentes en la Plaza de San Pedro el Obispo de Roma preguntó:
Hacer espacio para Jesús
"Ante todo – dijo – es necesario desarmar el corazón. Sí, porque estamos todos equipados con pensamientos agresivos y palabras cortantes y pensamos en defendernos con el alambre de espino de la queja y con los muros de cemento de la indiferencia. La semilla de la paz pide que se desmilitarice el campo del corazón".
¿Somos constructores de paz?
"Hermanos y hermanas – añadió el Papa – mirémonos dentro y preguntémonos: ¿Somos constructores de paz? ¿Allí donde vivimos, estudiamos y trabajamos, llevamos tensión, palabras que hieren, chácharas que envenenan, polémicas? O ¿abrimos la vía de la paz: perdonamos a quien nos ha ofendido, nos ocupamos de los que se encuentran en los márgenes, reparamos alguna injusticia ayudando a quien menos tiene?"
Jesús nos da la respuesta
Puede surgir una última pregunta dijo el Papa Francisco a los fieles y peregrinos: "¿Conviene vivir así? ¿No es perdedor?".
"Pero, en realidad – concluyó – también aquí, el que prevarica se queda con las manos vacías, mientras el que ama a todos y no hiere a nadie gana: como dice el Salmo, ‘el pacífico tendrá porvenir’ (cf. Sal 37, 37)".
Con la ayuda a la Reina de todos los santos
Antes de rezar a la Madre de Dios el Pontífice formuló votos para que "la Virgen María, Reina de todos los santos, nos ayude a ser constructores de paz en la vida de cada día".