Dios actúa en nuestra realidad. Es en la realidad donde está Dios y donde se manifiesta su acción.
Contrario a esto, a veces creemos que su acción se puede ver o percibir en nuestra vida solo en ciertos momentos en los que lo extraordinario se hace presente, sea bueno o malo.
1Dios no es un Dios arbitrario
A veces creemos que Él diseñó el mundo y luego lo dejó para que todo marche con una autonomía absoluta. Pensamos que solo se manifiesta de vez en cuando para darnos algún mensaje.
También solemos creer que las cosas pasan solo porque “Dios quiere”.
En este pensamiento nuestra libertad no juega ningún papel, pues nuestro destino está ya fijado. Nuestras decisiones son una ficción, no importa qué camino tomemos, al final llegaremos a un mismo lugar ya predestinado por Dios.
Por otro lado, la vida nos lleva a pensar que la voluntad de Dios es caprichosa. Si Dios quiere, interviene. Y si no quiere, no. Sus decisiones no obedecen a otra razón que lo que sienta en el momento.
Todas estas afirmaciones nos llevan a pensar que Dios actúa como un ser humano y nos hacen olvidar que Dios actua con sus propias categorías que a nosotros nos cuesta entender porque no somos Dios.
Una relación con Él nos permite conocerlo como un Dios providente que cuida a sus criaturas.
2La creación no está acabada
La vida del mundo no está acabada. La realidad no termina en lo que podemos dimensionar los seres humanos. Somos seres en movimiento, en cambio constante, y Dios está al tanto de ello.
Él guarda la creación desde su providencia y la conduce a su perfección. Tiene cuidado de todo, desde las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos de la historia.
Todo lo que sucede, aunque parezca arbitrario y sin sentido, tiene una lógica dentro de esa realidad de perfección en el amor a la que Él nos quiere conducir.
En la escritura nos ha ido mostrado cómo es su providencia. Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros, que se ha hecho hombre para experimentar todo lo que es humano. Él es el buen pastor que nos cuida y nos demuestra su constante atención por nosotros.
3Somos socios de su providencia
Siendo sus amigos comprenderemos cada vez más cómo obra para unirnos a Él en la construcción de este mundo.
Dios busca al ser humano como socio para sus designios. En medio de un mundo que está en vía de perfección, Él nos elige como aliados para construir juntos este mundo y permitir que su amor se manifieste.
En la medida en que nos dispongamos a recibir el amor de Dios y seamos receptores activos de este, la realidad estará más llena de Dios, incluso las circustancias más complejas.
Benedicto XVI nos dice:
Esto es importante también en nuestra oración: debemos aprender a abandonarnos más a la Providencia divina, pedir a Dios la fuerza de salir de nosotros mismos para renovarle nuestro «sí», para repetirle que «se haga tu voluntad», para conformar nuestra voluntad a la suya. Es una oración que debemos hacer cada día, porque no siempre es fácil abandonarse a la voluntad de Dios, repetir el «sí» de Jesús, el «sí» de María.
Démosle nuestro sí a Dios, aun en las situaciones más adversas. Así, su providencia y su amor se manifestarán de formas misteriosas en nuestra vida.