San Jerónimo es considerada la fiesta patronal más larga de Nicaragua. La festividad, que suele agrupar a miles de devotos por las calles de Masaya (y de otros departamentos del país), se extiende hasta diciembre (casi tres meses y medio de festividad).
Sin embargo, al igual que la procesión dedicada a San Miguel Arcángel en 2022, estas festividades han sido afectadas por la Policía leal al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.
Según informó la Arquidiócesis de Managua a través de un comunicado el pasado 17 de septiembre, las procesiones quedaron sin permiso «por razones de seguridad pública».
«Invitamos a todos los devotos y promesantes de los santos patronos, a tener presente que la fe y devoción son un tesoro que llevamos en el corazón y desde ahí podemos dar homenaje debido con la fuerza de esa herencia ancestral en nuestras comunidades», indicó el comunicado de la Arquidiócesis de Managua.
Las misas, novenarios y celebraciones litúrgicas propias de ambas festividades, se realizarán según el programa de cada una de las parroquias en los templos respectivos», prosiguió.
«Que San Miguel Arcángel, San Jerónimo y la Bienaventurada Virgen María, madre de la Iglesia y reina de la paz, intercedan y escuchen las plegarias, nos alcancen sanidad de todo mal con la medicina de Dios», se agregó.
Un nuevo golpe contra la Iglesia y un mes del arresto de Álvarez
Lo sucedido con estas festividades religiosas se enmarca dentro de un contexto adverso para la Iglesia en Nicaragua. Esto es algo que se ha acentuado en los últimos meses, mucho antes de la expulsión de 18 Misioneras de la Caridad, de la madre Teresa de Calcuta, uno de los capítulos que ha generado mayor indignación a nivel internacional.
También con la detención del obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien este lunes 19 de septiembre cumple un mes de «resguardo domiciliario» (y con poca información sobre su situación).
El «hilo» de actos de asedio y persecución –que se extiende a actividades religiosas, sacerdotes y religiosos- sigue cosechando repudio.
La situación de Nicaragua hasta ha merecido el pronunciamiento público del papa Francisco en dos ocasiones recientemente (la primera durante el Ángelus del 21 de agosto), quien a pesar de haber recibido críticas por su aparente silencio (algo que finalmente no pasó), sigue muy de cerca lo que acontece en Nicaragua. Así lo había adelantado adelantado en diálogo con Aleteia el secretario del Pontificio Consejo para América Latina, Rodrigo Guerra López.