Ante la proximidad del fin del proceso de consultas y aprobación del nuevo Código de las Familias, los obispos cubanos se han pronunciado. Este tipo de manifestaciones colegiadas rara vez ocurren en ese país comunista. Comprensiblemente, son otros los caminos y otras las estrategias. Pero la reacción de los prelados toca unos de los temas más sensibles para la doctrina y moral católicas, por lo cual han generado un comunicado, dado a conocer hace apenas horas, que vale la pena comentar.
A pesar de que los obispos de la isla han hecho conocer sus criterios en reiteradas ocasiones, el proyecto avanza y hoy el país se encuentra casi en el dintel de un referendo sobre el proyecto de código que regirá las políticas hacia las familias, aprobado hace poco por la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.
José Martí, faro y guía
Se trata, como la Iglesia recuerda, del último proyecto presentado del Código de las Familias, lo que le dio rango de ley y, como tal, fue publicado en la Gaceta Oficial. No obstante, y como rasgo distintivo en este proceso legislativo, la nueva ley deberá ser validada en referendo popular, convocado para el domingo 25 de septiembre.
De forma que, si el resultado de la votación es SI, la ley entrará en vigor al día siguiente; pero si prevalece el NO, la ley no tendría eficacia y se mantendría vigente el actual Código de Familia de 1975.
Junto con señalar que se puede perfectamente continuar trabajando en un nuevo código que incorpore observaciones a contemplar y mantenga los aspectos positivos que contiene el proyecto, adelantan que se debe "adecuar las instituciones polémicas al sentir mayoritario del pueblo y a los principios morales que nos han legado los padres fundadores de la Patria y que nos sostienen como Nación".
Puntualmente, recuerdan al Padre de la Patria, José Martí, cuando manifestó que: “el amor es la adhesión ardorosa e incondicional que un individuo de un sexo siente respecto a un individuo del otro. La diferencia de sexos es, no sólo su cualidad, sino su esencia característica”; mientras que José Antonio Saco insistía en que: “El amor y respeto que los hijos tienen a sus padres, dan a éstos sobre el corazón de aquéllos un ascendiente que los hace ser sus mejores institutores”.
Es de hacer notar que comenzaron parafreseando al Papa Juan Pablo II en Santa Clara, 22 de enero de 1998: "Cuba, cuida tus familias, para que conserves sano tu corazón"
Lo cortés no quita lo valiente
Destacan los aspectos que consideran positivos como la violencia en el seno de la familia, la manera en que se recogen y protegen los derechos de los abuelos, el modo en que se inserta el cuidado de los ancianos, personas en situación de discapacidad y vulnerables. Igualmente el que se manifieste explícitamente la obligación de dar alimento y cuidar a los que queden en situaciones desfavorables y durante el embarazo.
No obstante- puntualizan- “no puede pasarse por alto los cuestionamientos, críticas, rechazos de un sector importante de nuestra sociedad, los cuales se sustentan en legítimos principios, valores, las ciencias humanas y biológicas, nuestra historia, tradiciones y creencias religiosas de nuestro pueblo”. En otras palabras, lo cortés no quita lo valiente y hay que desmenuzar un instrumento legal tan crucial para la vida de la familia y la sociedad cubanas.
Tajantes y claros
El pronunciamiento, suscrito por las firmas de todos los prelados, explicita con meridiana transparencia y tono profético, los criterios que están dispuestos a defender y/o cuestionar sin ambages en torno al proyecto que será objeto de referendo.
En primer lugar, rechazan el que se introduzca “en nuestra legislación los contenidos de la llamada ideología de género, que sustenta muchas de las propuestas”. Aguas abajo, figura la llamada “autonomía progresiva” que permitiría a los menores tomar decisiones irreversibles sin la intervención de sus padres.
La adopción por parejas del mismo sexo, la conocida como “gestación solidaria” son otros aspectos espinosos y proclaman que la vigencia del matrimonio entre hombre y mujer, “que es la base natural de la familia, no puede ser desplazado o deformado para dar paso a otras maneras construidas legalmente”.
El contrapeso de la información
Muchas de éstas y otras propuestas que resultaron notoriamente cuestionadas por parte de la sociedad, siguen intactas en el Código que se presenta ahora a referendo.
“A lo anterior –rematan los obispos- se suma la campaña oficial para presentar como idóneo el texto que se propone, para lo cual se han utilizado todos los medios de comunicación a que tenemos acceso los cubanos. Para que el voto sea tal, se requiere contar con pluralidad de información que permita al ciudadano asumir su propia decisión. La información, al fluir en un solo sentido, sin otros contrapesos, opera como un factor condicionante, y el voto que de la misma se derive expresará, necesaria e inevitablemente, una voluntad condicionada”.
Este llamado de la Iglesia y su mirada independiente viene a ser el contrapeso necesario para el discernimiento de la sociedad.
Escenarios
Podríamos estar ante uno de esas coyunturas en que el régimen se reafirme en su autoritarismo y utilice el poder coercitivo y omnímodo para imponer una legislación, al margen y contra el sentimiento popular.
O bien, como es usual en este tipo de sistemas, sacar presión a la olla y ceder ante los requerimientos populares en un asunto que no compromete la estabilidad del poder central y con ello, ya que estamos ante un panorama nada sencillo para un régimen que hace aguas, mostrar al mundo una cara más amable. En otras palabras y colateralmente, jugar la carta de la flexibilización y su consiguiente deriva en distensión para la explosiva situación política y social cubana.
Está por verse cuál será la decisión del gobierno castrista pero es obvio que no ayuda, aún cuando existan partidarios sinceros del mencionado código, que la indignación del pueblo cubano por las carencias cada vez más dramáticas para la vida familiar y las injusticias cometidas contra padres e hijos en los amañados juicios por las protestas del 11J y subsiguientes, así como la imposición de condenas desorbitadas a jóvenes y adolescentes influiría, de manera determinante, en el rechazo mayoritario al instrumento legal que se percibe adosado a los intereses del régimen.
Un rasgo de sensatez sería incorporar las sugerencias emanadas de la voluntad popular, eliminar los aspectos reñidos con las bases morales y republicanas del cubano tal y como sugiere la Iglesia y discutir un nuevo proyecto que ofrezca confianza y garantías a la familia cubana.
Valdría la pena recordar aquella frase de José Martí: “De una patria, como de una madre, nacen hombres”.-