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Caminábamos por la playa y de repente uno de mis hijos me preguntó: "Mamá, ¿por qué esa señora no lleva la parte de arriba de su bikini?".
Estoy segura de que no soy la única madre a la que le han hecho esta pregunta. La curiosidad de los niños hoy en día es la misma que hace años pero los estímulos y la información que les llegan son muy distintos. Por ello, no nos es posible educar de la misma manera que lo hacían nuestros padres.
El pudor sexual es una predisposición natural que todos tenemos desde pequeños. Pero en estos tiempos es muy difícil proteger a los niños de connotaciones que no les ayuden a desarrollar correctamente la virtud del pudor. Pues socialmente están bombardeados con información que les invita a no tener en cuenta la dignidad del cuerpo y esto hace que a largo plazo, en edades más avanzadas, no se llegue a forjar de forma natural la virtud del pudor.
Los niños desde los 3-4 años ya suelen entender que la desnudez tiene sus connotaciones de intimidad: piden por ejemplo cerrar la puerta para ir al baño, cambiarse de ropa en su habitación o prefieren bañarse solos antes que con hermanos de distinto sexo. Todos estos pequeños gestos irán formando poco a poco parte de su identidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice en el punto 2522: “El pudor protege el misterio de las personas y de su amor”, pues cuando una persona pierde el sentido de su interioridad, su conciencia y su dignidad, acaba haciendo de su vida un espectáculo y vendiéndose a la corriente más fuerte.
El pudor es un elemento fundamental de la personalidad
Desde hace unas décadas, hacer topless en la playa fue considerado como una reivindicación liberadora para la mujer. Sacar a relucir en este contexto la palabra pudor puede parecer un gesto de mojigatería o una defensa muy conservadora contra la indecencia o el machismo. Pero no es así: el pudor tiene un sentido antropológico y divino, donde entra en juego la sacralidad de nuestro cuerpo.
“El pudor, elemento fundamental de la personalidad, se puede considerar –en el plano educativo- como la conciencia vigilante en defensa de la dignidad del hombre y del amor auténtico. Tiende a reaccionar ante ciertas actitudes y a frenar comportamientos que ensombrecen la dignidad de la persona. Es un medio necesario y eficaz para (…), hacer florecer el amor verdadero e integrar la vida afectivo-sexual en el marco armonioso de la persona.” (Orientaciones educativas sobre el amor humano, 1.11-83).
Este verano la pregunta incómoda de tu hijo acerca del topless puede ser una gran oportunidad para enseñar que amamos con el cuerpo. Hablar sobre el tema del pudor posee grandes posibilidades pedagógicas y es imprescindible que el pudor sea valorizado en el ámbito de la familia y de la escuela.
Todo lo que aprenden
A través de la virtud del pudor, niños y adolescentes:
Además, en este proceso, maduran la idea de buscar la importancia de manifestar un amor verdaderamente humano en el encuentro afectivo con otra persona.
Es necesario presentar a los jóvenes modelos de vida plena que sean felices no solo gracias a unos determinados términos de conducta moral sino también a virtudes concretas que permitan vivir de un modo profundamente humano, sin complejos, sin venderse a las ideologías dominantes. Crecerán como jóvenes arraigados a la pureza de alma y cuerpo, siendo ello la base que les permita ser capaces de reservar las cosas profundas del alma a la intimidad con Dios. Además, asumirán el pudor físico como algo que está en la esencia de su estructura personal y no es algo insustancial, pues implica en última instancia revelar la manifestación de su propio ser.