En un intento por no sufrir, creamos estrategias para evitar el dolor y el sufrimiento. En un intento por no sentir, nos ponemos en situaciones aún más difíciles para no conectarnos con emociones “difíciles”.
Sin embargo, todas las emociones son funcionales. Todas las emociones son buenas para nuestra cognición. Tienen una funcionalidad en nuestras vidas, incluso las más difíciles de sentir. Pero, por supuesto, no queremos sentir dolor y sufrir. Y, por supuesto, lo evitamos en la medida de lo posible.
Pero hay momentos en que necesitamos lidiar con este dolor, aceptarlo y experimentarlo para que tengamos la oportunidad de desarrollar resiliencia emocional y darle un nuevo sentido a este proceso.
El caso es que, en un intento por no sufrir, acabamos por no cambiar unos patrones de funcionamiento que en ocasiones son bastante complicados y nos hacen daño. Nos quedamos estancados en verdades construidas y trasnochadas, sintiéndonos en “cuentagotas”, poco a poco, que pueden prolongar aún más nuestro sufrimiento y dolor.
Mirar lo que nos duele es liberarnos. Es permitirse sentir, construir nuevas verdades, nuevas historias, nuevas sensaciones, nuevas emociones, nuevos recuerdos afectivos.
Podemos dejar el pasado más en el pasado, dando un paso adelante que nos permita vivir una vida con más ligereza, bienestar y sentido. ¡Permítete sentir!
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