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Acompañé a una persona a una clínica de reducción de peso y cirujia estética. El lugar estaba muy bello, incluso con su jardín zen al centro, había gente bonita y esbelta que nos atendió muy amablemente. Mientras esperaba, tuve la oportunidad de charlar con una doctora cirujana que respondió a mis preguntas.
Pregunté ¿cuál era el motivo principal de consulta en la clínica? A lo que respondió de inmediato: bajar de peso para verse mejor. Es muy común que quieran sentirse más atractiv@s y modificar la visión que tienen de su cuerpo.
¿Y qué porcentaje lo logra? Inquerí con mucha curiosidad.
Pues muy pocos la verdad, dos de cada diez, me respondió con una cierta displicencia.
Y de nuevo continué; ¿y ese porcentaje tan bajo? De inmediato reaccionó. Las dietas y métodos que ofrecemos son las mejores del mercado y nuestro personal está muy preparado.
Pero las personas son poco disciplinadas y dejan todo a medias. No hacen el esfuerzo suficiente. Much@s acaban por preferir los procedimientos quirúrgicos, los clientes pagan más, pero obtienen resultados inmediatos y sin grandes esfuerzos.
Miré a la dra. con ojos sorprendidos, con una ligera confusión en mi mente y no tardé en seguir con el inusual interrogatorio ¿Qué sucede entonces? Respiró profundo, levantó su mentón y mostró muecas de querer revelar algo de lo que no estaba muy segura y dijo: estamos ante problemas emocionales con hábitos perversos de alimentación. La gente come muchas azúcares, harinas y comida industrializada. Son muchos excesos y demasiado sedentarismo.
Ya con un poco más de confianza, nos relajamos y continuamos con nuestra agradable conversación.
Dra. ¿a qué se refiere con problemas emocionales?
Reflexionó por un instante, tomó un sorbo de agua y me miró firmemente a los ojos. Ansiedad, miedo, falta de aceptación, vanidad… un cocktail de emociones negativas que no ayudan a la buena salud.
No pude más que aceptar su idea. Y de inmediato repliqué ¿Entonces qué podemos hacer?
Volvió a tomar aire, se tensó un poco y con tonos firmes exclamó: Las emociones negativas tienen atrapadas a muchas personas, se invierte mucho tiempo y dinero en querer arreglar el cuerpo, bajando de peso, o vistiéndose con prendas costosas y caros maquillajes; pero no invierten en mejorar sus actitudes, y siguen viviendo con miedo, enojad@s con la vida, con mucha tristeza, resentimientos y frustraciones. No atienden sus emociones, y se quedan con la idea de que sólo mejorando su cuerpo, van a tener una mejor calidad de vida, de que van a ser más "felices" ; pero no se dan cuenta de que si no cambian sus emociones no habrá un verdadero cambio, a pesar de que bajen de peso y de que se operen cualquier parte de su cuerpo.
Me quedé impactado por las palabras de la dra. Me parecieron muy certeras, tenía una última pregunta que hacerle: ¿Y cómo cuidar las emociones? A lo que me respondió con una sonrisa irónica. La verdad no lo sé, pienso que es un tema bastante complejo. Pero creo, dijo con entusiasmo, que teniendo más consciencia del daño que nos hacemos al comer de más, si no disminuimos nuestra ansiedad o combatimos nuestra tristeza.
Y todo eso se puede empezar a resolver cuando tenemos muy claro que las emociones si se pueden modificar, se pueden mejorar y ser cada vez más responsables para no dejar que nos invada un mundo tan negativo, pesimista y lleno de amargura.
Sí se puede bajar de peso y modificar el cuerpo con cirujia, lo mismo podemos hacer con nuestra mente, bajarle a nuestras reacciones negativas, a vivir más en paz y a cambiar nuestras actitudes con los demás, al dejar de estar reclamando y discutiendo con quienes se te atraviesan o viven contigo.
Parece algo muy simple; pero he visto muchos cambios en personas que con tan sólo decidirse a dejar a las personas tóxicas, con las que conviven, o tratar bien a sus hijos y familiares, les cambian las emociones, es hacer un ejercicio diario de transmutar lo negativo por positivo, empeñarse en vivir con el lado bondadoso y agradable de la vida. En vez de la necesidad de quejarse y de nutrir la mente con cuanta idea alimente más el miedo y el agobio.
No pude menos que agradecerle sus palabras y estar muy de acuerdo con ella. Me quedé muy pensativo y pronto puse en práctica sus palabras y decidí, pensar en forma más positiva y fluir más en armonía en todas mis actividades.
Trabajar más mis emociones, cambiarlas, mejorarlas, hacer una higiene mental cotidiana, así como me baño y lavo los dientes, de igual manera voy a eliminar mis emociones negativas y desechar toda la mugre que tengo en mis pensamientos.
He decidido poner mi vida en manos de Dios. Eso me da mucha paz.