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Hace unos días, hablábamos del manejo de las expectativas y las atribuciones en los matrimonios.
El poder comunicar nuestras expectativas a nuestro cónyuge, nos permite ajustar nuestra realidad para ser más objetivos y que ese anhelo no cumplido, no conlleve frustraciones innecesarias.
AL 221 “ Una de las causas que llevan a rupturas matrimoniales es tener expectativas demasiado altas en la vida matrimonial….Es posible el cambio, el crecimiento , el desarrollo de las potencialidades buenas que cada uno lleva en si….”.
Una herramienta con la que trabajamos mucho en el Instituto coincidir y que ayuda a las parejas a ser más objetivos en la interpretación de los hechos, a no dejarse llevar por esa espiral negativa, es aprender a ver la Intención positiva en las acciones y/o reacciones de nuestro cónyuge.
¿Cómo se trabaja esta herramienta?
Aprendiendo a cambiar el enfoque en el otro. Mirando de manera positiva sus actos u omisiones, porque previamente hemos sido capaces de entender la motivación que le ha llevado a actuar de esa manera concreta.
Esa intención positiva, normalmente responde a tres motivaciones: Proteger, prevenir o servir.
Si somos capaces de entender que la otra persona actúa movida por una intención positiva, cuya principal motivación es una de estas tres ( la prevención, las protección o el servicio), seremos capaces de interpretar de manera diferente y más constructiva esos hechos o situaciones que en otros momentos serían el punto de partida de un conflicto.
AL 221 “…. Porque aun en los momentos difíciles el otro vuelve a sorprender y se abren nuevas puertas para el reencuentro, como si fuera la primera vez….”
A veces, una mala contestación por parte de nuestro cónyuge, responde a una manera de protegerse a sí mismo, por inseguridad, por no saber quizás decir las cosas desde un lenguaje asertivo.
Otras veces, una omisión injustificada o una aparente pasividad de nuestro esposo, puede responder a una forma de prevención, por miedo, incertidumbre o desconocimiento del lenguaje emocional y sensibilidad que tenemos las mujeres. En ocasiones, esa aparente pasividad, puede ser respuesta a un “no voy a decir nada para no discutir”, como forma de prevenir el conflicto.
Discutir no debería tener esa connotación negativa que se le atribuye, sólo hay que aprender a discutir, a comunicar de manera constructiva.
Y otras, el que por ejemplo tu marido esté cocinando, para que te lleves al trabajo comida sana y deje la cocina como si hubiera pasado un tsunami, puede responder a una manera de entender el servicio, aunque tú no se lo hayas pedido, pero es su forma de demostrarte su cariño.
Podríamos describir muchos ejemplos, cada uno que los analice a ver si consigue detectar esa intención positiva en el día a día de su familia. Si nos posicionamos en este enfoque en positivo, vemos una realidad diferente que nos amplía el horizonte para con la otra persona.
Descubrimos en el otr@, un corazón capaz de reaccionar de la manera que sabe, sin pretensión de dañar.
Aprender a ver esa intención positiva, nos lleva a reducir esa conflictividad, que va escalando como consecuencia de interpretaciones subjetivas y que nos puede llevar a remover esas atribuciones negativas, a sacar la lista de reproches, rencores y resentimientos acumulados, que no conducen más que a hacernos daño y a distanciarnos el uno del otro, de forma innecesaria.
Practicar esa mirada a nuestro cónyuge desde el cariño y descubrir su intención positiva, nos permite estar más cerca el uno del otro, siendo conscientes de que el roce hace el cariño y que a veces, ese roce empieza por una mirada en positivo, desde el corazón.
AL 92 “ ….El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente al que yo desearía”.