El papa Francisco ha insistido hoy en señalar que la guerra “es una monstruosidad” y se le quebró la voz pensando en los niños ucranianos desplazados por la invasión de Rusia al territorio de Ucrania.
En su saludo a los peregrinos congregados en el aula Pablo VI del Vaticano, este 30 de marzo de 2022, el Papa saludó con especial afecto a los niños ucranianos, acogidos por la Fundación "Aiutiamoli a vivere", por la Asociación "Puer" y por la Embajada de Ucrania ante la Santa Sede.
“Con este saludo a los niños, volvemos a pensar en esta monstruosidad de la guerra; y renovamos nuestra oración para que se detenga esta crueldad salvaje que es la guerra”.
En este contexto, el papa Francisco dirigió sus pensamientos por “los ancianos, los enfermos”. Y pidió a Dios por “los débiles que sufren la violencia y no tienen a nadie que los defienda.”.
“En este tramo final del camino cuaresmal, miremos a la Cruz de Cristo, la mayor expresión del amor de Dios, y esforcémonos por estar siempre cerca de los que sufren, de los que están solos”, añadió.
Así, el Papa ha continuado el ciclo de catequesis sobre la ancianidad, y hoy contempló en modo especial a Simeón y Ana, personajes bíblicos.
“Al final de sus vidas, ambos supieron reconocer en el Niño Jesús al Salvador, fuente de paz y consuelo. Su ejemplo nos enseña que la fidelidad en la espera afina los sentidos espirituales y nos hace más sensibles para reconocer los signos de Dios”, afirmó.
“En una sociedad que exalta el placer de los sentidos físicos y que, al mismo tiempo, “anestesia” los sentidos espirituales, se corre el peligro de ser insensibles ante el sufrimiento y la fragilidad”.
Por tanto, el Papa invitó a no dejar que el alma sea anestesiada hasta el punto “de descartar” a los más pequeños, ancianos, frágiles; y a las personas mayores, que van perdiendo las fuerzas de su juventud.
Por eso, instó, “es importante el diálogo entre las generaciones para que los ancianos transmitan su sabiduría a los jóvenes, y los jóvenes escuchen a los ancianos, promoviendo un espíritu de fraternidad y de “ternura social”.
Por último, pidió a los fieles y peregrinos: “Teniendo presente el testimonio de Simeón y Ana, pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestros sentidos espirituales para que descubramos los signos de Dios en nuestra vida y seamos testigos alegres de su presencia en medio del mundo. Que Dios los bendiga”, concluyó.
Al final, el Papa recordó su viaje apostólico de este fin de semana a Malta (2 y 3 de abril) y pidió a los fieles oraciones.
Desde Malta, desde el centro del Mediterráneo, el Papa dirigirá su mirada a una Europa que necesita la paz; precisamente para reafirmar que las diferentes identidades pueden convivir. Y la propia lengua maltesa, una lengua compuesta, es un laboratorio de acogida de la diversidad, dijo ayer Matteo Bruni, en la presentación del 36º viaje apostólico del pontificado.