“No conozco a la primera mujer que haya abortado y no haya vivido ese infierno, pero conozco a muchas mamás que han tenido a sus hijos y son su mayor bendición y su felicidad”.
Lo dice una mujer que abortó tres veces siendo muy joven y vulnerable, en medio de presiones, angustia y soledad. Amada Rosa Pérez está segura de que la profunda herida que quedó en su corazón la sienten todas las mujeres que abortan. Es por eso que desde hace varios años comparte su testimonio como mensaje de fe y esperanza.
“Nunca estuve a favor del aborto. Cometí aborto por miedo, porque estuve presionada por la pareja y creí en lo que me decían, que lo más importante eran mis sueños y mi éxito profesional”. El resultado fueron varios años de dolor y culpa que terminaron gracias a la misericordia de Dios.
Esta colombiana de 45 años está casada, tiene un hijo de cinco años y es aún más bella que cuando empezó su carrera como modelo, a los 18 años. Fue imagen de reconocidas marcas, actriz en varias telenovelas y tenía miles de admiradores. Ese mundo quedó atrás y hoy habla de manera clara y directa:
Su llamado es a promover la cultura de la castidad, el respeto al propio cuerpo y la espera, porque el verdadero amor espera. También, agrega, que lo contrario a esta cultura de la pureza contribuye a maleducar al hombre a que use a la mujer como objeto sexual y la deseche.
No son libres, son esclavas
Amada Rosa Pérez es una de las tantas voces que se escucha con más fuerza en Colombia desde que el aborto fue despenalizado hasta la semana 24 de gestación. Desde ese momento, el trabajo de los grupos y personas provida se ha intensificado. Del mismo modo las iniciativas de apoyo a las mujeres que están pensando en abortar o que lo han hecho.
Sobre la mal llamada “interrupción voluntaria del embarazo” como lo llaman los defensores del aborto, afirma que son palabras llenas de mentira y manipuladoras:
“Lo que debemos preguntarnos es quién está detrás de ellas. Detrás del aborto hay un gran negocio manejado por hombres que les hacen creer a la mujer que están luchando por sus derechos, cuando lo que hacen es un daño a su salud física, mental, emocional y espiritual”, asegura.
En sus charlas, mensajes en redes sociales y entrevistas, así como en su diálogo con Aleteia, insiste en que el aborto es injusto para la mujer en todo sentido. Entiend que es la mayor violencia contra ella y contra su propio hijo. Además de que están disminuyendo el género femenino, teniendo en cuenta investigaciones que indican que la mayoría de nacimientos al año son mujeres y ese porcentaje está cambiando por los abortos, desde los años 60.
Sobre los casos de aborto cuando son bebés concebidos en violaciones, Amada Rosa Pérez se pregunta por qué la pena de muerte debe ser para el inocente e indefenso bebé cuando el único culpable es el violador. Además, está convencida de que no se puede tapar una tragedia con otra mayor. Esto porque el aborto no es la solución, “es sumarle un infierno peor” y cita las estadísticas que muestran que en la mayoría de las violaciones no hay embarazo.
Hay una salida, hay esperanza
Además de que no es fácil superar un aborto, este trae varias consecuencias para la mujer y para el hombre. “Porque no podemos dejar a los hombres por fuera de este mal que daña el corazón humano”, reflexiona.
La primera consecuencia es la negación de la pena. “Yo cuento mi testimonio por gracia de Dios, pero conozco a muchas mujeres que a pesar de estar en los caminos del Señor no pueden hablar de sus abortos porque resulta doloroso y vergonzoso”, dice.
También se siente una “culpa que carcome el alma” y genera ansiedad, depresión profunda, vacío emocional, pesadillas… “Quienes han abortado y se muestran tranquilas son solo apariencias, porque yo lo viví, yo salía en entrevistas sonriendo y por dentro mi corazón estaba destrozado”.
Cita, entre otras consecuencias, propensión a adicciones, esterilidad (algo de lo que muy poco se habla).También daños en órganos de la mujer, algunos de los cuales les causan la muerte.
Y agrega:
Afortunadamente hay una salida y una esperanza. La sanación es posible y para eso está Dios y existen especialistas en sanación pos aborto, además de personas que como ella amplifican su testimonio de vida con humildad y amor.
“Yo simplemente soy un granito de arena. Dios permitió que fuera una figura pública para dar sus mensajes, yo solo le pido no soltarme de Él jamás y poder hacer su voluntad”, finalizó.
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