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El Papa desde niño aprendió a odiar la guerra: Las armas sean por la paz 

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 23/03/22
Audiencia general. El papa Francisco: "El Señor de la vida nos libre de esta muerte de la guerra", "no hay victoria en una guerra".

El papa Francisco rezó hoy por las víctimas y desplazados por el conflicto en Ucrania y sostuvo  que "la compra y fabricación de armas no son nunca la solución”, sino que hay que "trabajar para la paz", en un nuevo llamamiento tras la audiencia general celebrada en la aula Pablo VI del Vaticano. 

"Me gustaría dedicar un minuto a recordar a las víctimas de la guerra". Esta fue la invitación del Papa al final de la audiencia, antes de saludar a los fieles de lengua italiana. 

"Las noticias de personas aisladas, de personas que huyen, de personas muertas, de personas heridas, de tantos soldados caídos de un lado y del otro son noticias de muerte", continuó Francisco. 

"Pedimos al Señor de la vida que nos libre de esta muerte de la guerra”. 

El Papa indicó que "con la guerra se pierde todo, todo. En una guerra no hay victoria, todo está derrotado”. 

“Que el Señor envíe su Espíritu para que nos haga comprender que la guerra es una derrota de la humanidad, que necesitamos derrotar a todos haciendo la guerra, una necesidad que nos destruye, y nos libere de esta necesidad de autodestrucción". 

"Rezamos para que los gobiernos comprendan que comprar armas y fabricarlas no es la solución al problema”, insistió. 

En el ciclo de la Audiencia general dedicado a los ancianos, el papa Francisco dijo que odiaba la guerra porque su abuelo se lo enseñó. "Esto no se aprende en los libros".

La enseñanza del abuelo Mario, que el niño Bergoglio jamás olvidó

El Papa señaló esa capacidad de los ancianos de “ver realmente” y “simbólicamente” la realidad de la vida y más allá. Subrayó “esa capacidad” de " saber ver el significado más hondo y enraizado de las cosas”. 

“La vitalidad de su mirada es un don valioso: le consiente transmitir la herencia de su larga experiencia de vida y de fe, con la lucidez necesaria”. 

El abuelo sabio “ve la historia y transmite la historia”. Dijo al referirse a la figura de Moíses, el abuelo con experiencia que guía a su pueblo y a los más pequeños. 

“Una vejez a la cual le es concedida esta lucidez es un don valioso para la próxima generación”, observó. 

La escucha personal y directa del pasaje de la historia de fe vivida, con todos sus altibajos, es insustituible. Leerla en los libros, verla en las películas, consultarla en internet, aunque sea útil, nunca será lo mismo”. 

A las nuevas generaciones les falta mucho hoy, y cada vez más, esta transmisión, ¡que es la auténtica tradición! 

“Se piensa que los ancianos son materia del descarte”, lamentó el Papa la actitud de muchos hoy. “Esto es una brutalidad”. 

La narración directa, de persona a persona, tiene tonos y modos de comunicación que ningún otro medio puede sustituir. Un anciano que ha vivido mucho, y obtiene el don de un lúcido y apasionado testimonio de su historia, es una bendición insustituible

¿Somos capaces de reconocer y de honrar este don de los viejos? ¿La transmisión de la fe – y del sentido de la vida – sigue hoy este camino?”, cuestionó el Papa. 

Francisco habló así de la rabia que siente por la guerra al contar la experiencia recibida de las historias de su abuelo Mario que participó en la primera batalla del Piave y que tuvo lugar durante la Primera Guerra Mundial (en noviembre de 1917). 

El abuelo del niño Bergoglio le transmitió el rechazo por la guerra algo que no se aprende en los libros, ni en Internet o las redes sociales, parafraseando al Papa. 

Por eso pidió que estas cosas dolorosas sean transmitan por los abuelos a los nietos para no se repitan. Una experiencia que dijo “es insustituible”. “Los abuelos son las experiencia de un pueblo”. “Los jóvenes y los niños deben escuchar a sus abuelos”. 

El Papa advirtió que es necesario aprender de la historia: “En nuestra cultura, tan “políticamente correcta”, este camino resulta obstaculizado de varias formas: en la familia, en la sociedad, en la misma comunidad cristiana”. 

“Alguno impone incluso abolir la enseñanza de la historia, como una información superflua sobre mundos que ya no son actuales, que quita recursos al conocimiento del presente”. 

A la transmisión de la fe, por otro lado, a menudo le falta la pasión propia de una “historia vivida”. “Ciertamente, las historias de la vida deben ser transformadas en testimonio, y el testimonio debe ser leal”. 

El Papa Francisco indica que los abuelos son leales con la historia: 

En este sentido, dijo que los “mismos Evangelios cuentan honestamente la historia bendecida de Jesús sin esconder los errores, las incomprensiones e incluso las traiciones de los discípulos”. 

Por ello, afirmó que “esto es testimonio. Este es el don de la memoria que los “ancianos” de la Iglesia transmiten, desde el inicio, pasándolo “de mano en mano” a la próxima generación”. 

Los abuelos transmisores de fe auténtica

Francisco instó a preguntarse: ¿cuánto valoramos esta forma de transmitir la fe, de pasar el testigo entre los ancianos de la comunidad y los jóvenes que se abren al futuro?

Para transmitir la fe, el obispo de Roma ha pedido que los miembros de la familia hablen más en la mesa y encuentren momentos de encuentro para el diálogo.  

El Papa pidió que se escuche más el testimonio de fe de los abuelos y mayores y habló de una anomalía: 

A menudo falta, sin embargo, un conocimiento de la Iglesia que nazca de la escucha y del testimonio de la historia real de la fe y de la vida de la comunidad eclesial, desde el inicio hasta nuestros días”. 

“De niños se aprende la Palabra de Dios en las aulas del catecismo; pero la Iglesia se “aprende”, de jóvenes, en las aulas escolares y en los medios de comunicación de la información global”, agregó. 

Asimismo, instó a transmitir la fe y la historia con el “dialecto de la familia”, una historia capaz de recordar con “emoción la bendición de Dios y con lealtad nuestras faltas” y como un “tesoro” para todos. 

Sería bonito que desde el principio en los itinerarios de catequesis existiera también la costumbre de escuchar, de la experiencia vivida de los ancianos, la lúcida confesión de las bendiciones recibidas por Dios”. 

Así, instó a escuchar a los ancianos para custodiar “el leal testimonio de nuestras faltas de fidelidad, que debemos reparar y corregir”. 

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