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Natalia Poliakova (25) salió de su casa en Kiev, la capital de Ucrania, apenas iniciada la invasión del Ejército ruso a su país. Después de casi dos semanas de viaje, con lo poco que pudo llevarse consigo, llegó a Tijuana, en la frontera de México con Estados Unidos.
La situación de Natalia es la de muchas mujeres y niños que han huido de las bombas. Dijo al periódico El Sol de Tijuana: “Es una situación muy difícil para mi familia en Rusia y Ucrania. Tengo una hermana y no sé si la veré otra vez. Sólo queremos que la guerra pare, que Putin pare y regresar a casa y no podemos y por eso estamos aquí. Sólo tengo mi bolsa y mi ropa, todo se quedó en Kiev”.
Una tía y la mejor amiga de Natalia ya se encuentran en San Diego (California), mientras ella se encuentra a escasos metros de la frontera, en la zona de San Ysidro, en un campamento que comparten refugiados ucranios y rusos.
“Sólo queremos dormir, descansar. Estamos muy cerca pero no sabemos. Sólo queremos ser recibidos para obtener ayuda. Estamos esperanzados de que el gobierno de Estados Unidos nos ayude a los ucranios y a los rusos que necesiten asilo político”, dijo Natalia.
A diario llegan hasta este punto, en el noroeste de la República Mexicana, cerca de 20 personas –la mayor parte mujeres y niños—para buscar asilo en Estados Unidos. Lo mismo sucede con ciudadanos rusos, que han salido del país entre otras razones, por no poder protestar y estar en contra de la guerra.
Natalia los defiende: “No tienes que odiar a los rusos, ellos huyen de Putin. No debían odiar a los rusos, es injusto, ellos huyen. Estamos en la misma situación”.
Pase automático para unos, para otros no
Y es que, según comentó a Aleteia el delegado del Instituto Mexicano de Migración (INAMI) en Baja California, Manuel Marín, a los ucranianos Estados Unidos les ofrece asilo de inmediato, pero a los rusos y personas de otras nacionalidades (georgianos, bielorrusos, uzbekos o moldavos) no.
“Han llegado un número importante de ucranianos a Baja California. Tan solo la semana pasada fueron 223 los que arribaron, desde Cancún o desde Ciudad de México, todos con la intención de solicitar asilo en Estados Unidos”, apuntó Marín.
Más adelante el delegado del INM señaló algo muy importante para los refugiados que vienen de Ucrania: “El gobierno de Estados Unidos sí los está recibiendo y les está dando un año de permiso para definir su situación migratoria en ese país”.
Además, recalcó que los ucranianos requerían visa para entrar a México, sin embargo, por la situación de emergencia, al ingresar al país por vía aérea solo necesitan una visa electrónica que no es difícil de recibir: la pueden solicitar en el aeropuerto al que lleguen.
Más adelante, Marín subrayó que, si bien la más numerosa ciudadanía que está llegando a Baja California es la de Ucrania, “también hay un número importante de rusos, de bielorrusos, georgianos e, incluso, de Uzbekistán, “de muchas de las naciones que formaban la Unión Soviética”.
Los ucranianos han ingresado o están ingresando en su mayoría a Estados Unidos, las otras nacionalidades no lo han podido hacer, siendo los rusos el grupo más destacado de los que acampan frente al puerto de entrada del país del norte.
“México les pudiera dar refugio o alguna otra condición, concluyó Marín, sin embargo, no es el objetivo de ellos; el objetivo es cruzar a Estados Unidos”. Y en esa frontera, la más transitada del planeta (con cerca de 300,000 cruces diarios) as ucranianos y rusos los une una misma causa: huir de la guerra de Vladimir Putin, encontrarse a salvo, vivir como seres humanos.