En este artículo te vamos a dar algunos consejos que te ayudarán a detectar lo que le pueda estar sucediendo y qué hacer oportunamente.
La entrada de la adolescencia es una etapa que inicia desde los 11 años, más o menos, y se agudiza entre los 14 y los 16, aunque no hay una norma precisa para todos.
Además de los evidentes cambios físicos y crecimiento, lo que realmente sucede es un aumento significativo en la consciencia de sí mismo y en la busca de la identidad.
Se requiere reafirmar lo que les gusta y empezar a decidir con mayor determinación y seguridad lo que quieren hacer en la vida. Desde decisiones muy simples, como en la manera de vestir o comer, hasta el tipo de reuniones y amistades que se desean elegir.
¿Por qué se encierra en su cuarto?
El adolescente inician un viaje al interior del propio mundo, para descubrir lo que sienten, las emociones y las ideas, gustos y aspiraciones. De aquí la importancia del ensimismamiento y el encierro en el cuarto, sin querer tener relación con alguien más que no sea con las personas que decidan.
Como la adolescencia es una crisis en sí misma, muy turbulenta, agitada y voluble, ninguna de esas características se pueden considerar como indicadores de que está viviendo algo más crítico que lo propio de la edad. Por ejemplo, disminuye el gusto por convivir en familia, hay una reducción de las manifestaciones de afecto y períodos más largos de irritabilidad, sensibilidad y molestia por cosas que antes no le afectaban.
También suelen permanecer más encerrados en su mundo y escuchar música o jugar con videojuegos, con tal de no interactuar con la familia. Algo que es muy usual y que no refleja que están en una crisis más allá de algo temporal.
Ponte en alerta si...
De lo que verdaderamente nos tenemos que preocupar es de que aumenten sus índices de agresividad y enojo, particularmente con los papás y el mundo en general, porque la agresividad es un puente que conduce a mayores problemas de una manera muy rápida y peligrosa. Pues, aunque parezca extraño, pero es la antesala de una incipiente depresión. Esto es así porque la crisis está afectando más allá su mundo emocional y la carga comienza a estar muy pesada.
La crisis de la adolescencia puede causar más dolor y agobio, y entonces motivar al consumo de alcohol y drogas, lo que sí comienza a ser una señal de que algo no anda bien.
Otro aspecto que debemos de observar es su rendimiento académico, pues aunque es bien sabido que puede haber una disminución en los resultados y calificaciones escolares, el problema mayor es estar en frecuentes conflictos con las autoridades y mostrar un desdén y rechazo a asistir a las clases.
Las cosas se pueden complicar más, cuando ya de plano no quiere ir a la escuela y convertirse en un desertor escolar y entregarse de plano al ocio y a la vagancia con los amigos o de plano no hacer nada, más que ir a fiestas o perder el tiempo, sin hacer nada provechoso.
La lista se puede extender mucho, pero como no pretendemos agregar más temas a detectar, los que hemos mencionados son más que suficientes para encender los focos rojos y actuar.
Tres acciones a emprender
Lo que bien podemos hacer es observar, escuchar y comprender. Son situaciones que nos invitan a incrementar el ambiente de confianza y apertura. Pues si está pasando por mayores problemas, lo mejor es que cuente con el apoyo de sus seres más queridos y pueda charlar abiertamente de todo aquello que le acontece.
Su necesidad de amar
He observado que uno de los temas más complejos es el de las relaciones con el sexo opuesto y la enorme necesidad de amar y sentirse correspondidos, que si no sucede de una manera correcta, se sufre mucho y es tremendamente doloroso, particularmente cuando alguien te rechaza o no encuentras manera de conquistar. Sobre todo cuando se sienten inseguros y hasta con baja autoestima.
Como padres de un adolescente, debemos de estar muy al pendiente de sus necesidades y trasmitirles que sepan muy bien que cuentan con sus padres y que estamos dispuestos a ser un apoyo incondicional para que supere esos momentos que le resultan muy difíciles.
Para ellos, es muy importante no causar problemas a sus papás, ni mucho menos provocar enojos y malestar, así que también cuidar el no echarles la culpa ni hacerlos sentir que están decepcionados por su comportamiento. Pues de lo que se trata es de reafirmar que se sientan muy queridos y amados, para que tengan suficiente confianza y fuerza para superar sus malos momentos. Ahora se trata de poner en práctica estos consejos.