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Los santos, las santas, han sido también hombres y mujeres. Personas con su propia trayectoria vital y sus sentimientos humanos. No siempre perfectos.
En el territorio que ocupa hoy en día parte de Ucrania, Bielorusia y Rusia vivió en el siglo X una mujer que sufrió el insoportable dolor de la pérdida de su marido y se erigió como la reina que pocos esperaban que fuera.
Ella, Olga, una mujer, sacó su lado más cruel y mezcló poder y venganza. Años después, descubrió la fe cristiana y su vida dio un giro radical.
Con ella, buena parte de los territorios del oriente de Europa, fueron cristianizados.
Llamada al poder
Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Olga, aunque muchos coinciden que fue alrededor del año 890.
Era hija de Oleg, gobernador de la ciudad de Kiev, parte entonces de una región conocida como Rus.
Su rey, Ríurik, eligió a Olga para que fuera la esposa de su hijo y heredero, el príncipe Igor. La pareja contrajo matrimonio hacia el año 903 y tuvieron un solo hijo, Svyatoslav.
Cuando el pequeño príncipe tenía solamente tres años, su padre fue asesinado por los drevlianos, una tribu vecina, súbdita del rey Igor.
Olga quedó consternada. No solo había perdido a su marido, sino que ella, como regente de Vladimir, tuvo que superar una crisis de gobierno.
La reina recibió el apoyo del ejército y tomó las riendas del poder. Pero las presiones para que volviera a casarse y lo hiciera con uno de los suyos, de aquellos que habían terminado con la vida de su marido, despertaron en la soberana los más terribles deseos de venganza.
La reina Olga inició un cruento ataque que terminó con la vida de muchos hombres y mujeres.
Su fe cristiana lo cambió todo
Pasados los años, Olga descubrió la fe de Cristo y se convirtió al cristianismo.
Algunas fuentes apuntan que hacia el año 957 se habría bautizado en la ciudad de Constantinopla, tomando el nombre de Helena, en honor a santa Helena, madre de Constantino el Grande.
Dispuesta a transmitir su nuevo credo a su pueblo, pidió ayuda al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Otón I.
Si Olga consiguió expandir el cristianismo en su reino, no lo consiguió en su propio hijo. El rey Svyatoslav no consintió abandonar el paganismo.
Sin embargo, su hijo, que reinaría como Vladimir I no solo siguió los pasos de su abuela, sino que sería como ella elevado a los altares.
Durante el reinado de Vladimir I, el cristianismo se afianzaría como religión oficial de su reino.
La reina Olga, dirigió con firmeza el Rus de Kiev durante la minoría de edad de su hijo.
Después, el resto de su vida lo dedicó a la oración y a las obras de caridad ayudando a pobres, viudas, enfermos y desamparados.
El 11 de julio de 964 se apunta como la probable fecha de su muerte.
Olga está considerada como la primera santa de la Iglesia Ortodoxa Rusa y se erige como patrona de los conversos y las viudas.