Ciertamente he bajado de peso, pero he vuelto a engordar, así que pienso que finalmente me debo aceptar tal cual, sin importar lo que los demás piensen —contaba en consulta una joven con problemas de obesidad, tratando de poner buena cara.
—¿Intentas también que no te importe lo que piensas de ti misma? —le pregunté amablemente.
—No… no creo lograr eso.
—Siendo así ¿en qué esperas ser ayudada?
—A lograr mejorar mi autoconcepto, desde otro ángulo —contestó mi consultante con tono de saber muy bien lo que quería comunicar.
—Bueno, consideremos que el autoconcepto es la idea acerca de cómo se ve uno a sí mismo. Puede corresponder, o no, a la realidad, pero es la autoestima la que nos lleva a valorar de forma positiva o negativa, la forma de vernos a través de esa idea.
Siendo así existen quienes, por una baja estatura, se pasan la vida acomplejados, mientras que a otros en la misma situación, no les afecta en su autoestima, porque son conscientes que no depende de ellos el ser bajitos, y fijan sus valores personales en aspectos mucho más importantes.
En tu caso, resolver el sobrepeso sí depende de ti, y mientras no lo logres, tu relación contigo misma, sufrirá. Tiene que ver con que las personas no debemos desarrollar dependencia de la evitación al no poder resolver ciertos problemas o al compararnos con los demás.
—¿Qué me dice entonces de jóvenes y adultos mayores obesos que no están acomplejados?... Conozco algunos que se ven felices.
—Mi experiencia de la obesidad es que en ciertos casos, quienes la padecen tratan de hacer parecer que no les importa, por lo que suelen ser risueños y simpáticos, otros se exhiben o presentan como el colmo de la autenticidad, vistiendo de tal o cual manera, pero a la hora de sincerarse, admiten que se esfuerzan por olvidar que no se gustan a sí mismos.
¿No hay solución?
En tales casos se trata de una falsa autenticidad, y una falsa autoestima debidas a una actitud evitativa, que llegan a considerar como la mejor o única opción para sus problemas.
—Vera usted, no teniendo problemas hormonales he intentado adelgazar con productos milagro, ciertos medicamentos, ejercicio, buenos hábitos en la comida, atendiendo mis conflictos emocionales, y… ¡me dice que puedo tener una actitud evitativa!
¿Por qué mejor no me diagnostica como comedora compulsiva que al fin y al cabo lo soy?
—El comedor compulsivo lo hace por ansiedad… ¿Se considera ansiosa?
—Si, siempre lo he sido y me causa muchos problemas.
—¿Suele comer para calmar su ansiedad?
—Sí, sí, así es de forma frecuente.
Bueno, ese hábito te genera jugos gástricos que demandan ingesta de alimentos. Con la ansiedad, esto forma todo un círculo vicioso que justifica tu autodiagnóstico. Pero en el fondo, insisto, puedes estar evitando enfrentarte con las causas de tu ansiedad.
Por ello es necesaria una terapia para identificarlas y descubrir su relación con tu forma de comer. De esta manera aprenderás a controlarlas, y podrás bajar de peso sin volver a subir, para recuperar así la alegría de relacionarte adecuadamente contigo misma, con los demás, y la satisfacción por tus logros.
Aprenderás también a no evadir la responsabilidad de tus sentimientos y conflictos más íntimos por la falta de amor a ti misma, de forma recta y ordenada. Me refiero a que además de aprender a mandar sobre tu ansiedad, igualmente aprenderás a aceptarte con defectos y limitaciones, consciente de que Dios siempre te amará tal cual eres, mientras luchas.
Ese es ese otro angulo al que te referías para mejorar tu autoconcepto.
Mi consultante se decidió por la terapia de la ansiedad y, desde una humilde autoestima, a recomenzar su dieta.
Por Orfa Astorga de Lira
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