Matt Reeves ha conseguido con “The Batman” una de las mejores entregas sobre el personaje. Una nueva versión (pues no podemos hablar ni de secuela ni de remake), un reinicio de la saga con algunos actores más jóvenes y una apuesta por la oscuridad y cierto realismo en el diseño de vestuario: aquí la mayoría de los disfraces apenas son un esbozo, una tentativa, como los primeros atuendos de Spiderman.
Esta aventura de Batman es deudora de las tramas de detectives, pues mediante sus asesinatos, amenazas y vídeos virales, el villano Enigma pone en circulación pistas, acertijos y jeroglíficos para que la policía y el Caballero Oscuro traten de resolver sus próximos crímenes.
Fe y redención y trama detectivesca
Durante casi tres horas asistimos a una investigación propia de las novelas negras, con un interesante y complejo ejercicio de dudas y correspondencias morales entre Batman y Enigma. Éste, enseguida, se presenta como su némesis: alguien que también se oculta bajo una máscara, que observa entre las sombras y que acecha a quienes han convertido Gotham en un nido de corrupción. Reeves filma de manera subjetiva ambas miradas para que no sepamos quién está mirando: si Enigma o Batman.
Detrás de Enigma hay un hombre que sufre las consecuencias de haber perdido a sus padres y de criarse en un orfanato donde la vida era áspera y difícil; su objetivo, ahora, es reparar las promesas rotas por los políticos, pues se aprovecharon de los fondos monetarios en vez de destinarlos a los menesterosos. Enigma sabe que lo corrupto ha extendido sus tentáculos entre policías, jueces y políticos, en alianza con la mafia. Batman también vigila entre las sombras y trata de detener el crimen y la corrupción.
Aunque parecen dos caras de la misma moneda, sus métodos los diferencian. La estrategia de Enigma consiste en matar y aterrorizar. La de Batman, en detener a los malhechores y meterlos entre rejas. Es crucial una escena en la que ruega a Selina/Catwoman que no asesine, pues mancharse las manos de sangre ajena la destruirá. En esta batalla de la lucha del bien contra el mal Batman afronta un proceso de fe y redención, pues no es el mismo héroe al principio que al final del filme.
Culpa y miedo y pecados de los padres
Si Enigma oculta a un muchacho que fue pobre, huérfano e infeliz, Bruce Wayne también se crió como huérfano tras el asesinato de su familia. Pero él tuvo mucho dinero y una figura paterna (el mayordomo Alfred).
Matt Reeves va desplegando a lo largo de la película las cargas morales que afligen a Wayne: es un hombre siempre torturado, que no sonríe y a veces no sabe si está beneficiando o perjudicando a los ciudadanos, sometido a varios temores, entre ellos la culpa (sobre todo cuando recibe ese mensaje que sentencia que él debe responder por los pecados de su padre), el miedo (su miedo no a la muerte, como asegura en una de las escenas más emotivas, sino a perder a seres queridos; pero también sabe que “el miedo es una herramienta” para intimidar a los criminales), la inseguridad de no estar a la altura de lo que Gotham espera de él (como cuando le reprochan a Wayne que no está haciendo nada por la ciudad). Wayne/Batman aprende en esta aventura que todos llevamos cicatrices y, si no sabemos convivir con ellas, podrían destruirnos.
Por eso él sabe que su emblema simboliza la esperanza. La gente necesita esperanza, especialmente en tiempos tan turbulentos como los que vivimos ahora.
Matt Reeves, aunque debutó en el largometraje con una comedia (“Mi desconocido amigo”), luego se especializó en el terror y la fantasía: “Monstruoso”, “Déjame entrar”, “El amanecer del planeta de los simios” y “La guerra del planeta de los simios”. Su habilidad en estos géneros es lo que convierte a “The Batman” en la que quizá sea su mejor película: potente, repleta de acción, violencia y complejidades morales, y deudora de la obra de cineastas de prestigio (encontraremos guiños a “Seven”, “Zodiac”, “Blade Runner” y al cine policiaco de los 70 e incluso a las ratas de “1984” de George Orwell).
El reparto es espléndido. Robert Pattinson continúa demostrando que es uno de los mejores actores de su tiempo: como Batman es un justiciero siniestro y de presencia espectacular; como Wayne, un hombre de rostro enfermizo, pálido y torturado como un personaje de Poe o de Kafka.
De entre los villanos destaca Paul Dano (Enigma) y su retrato de un asesino en serie infectado por el desamparo y la injusticia y su necesidad de tener fans y amigos. También intervienen Zoë Kravitz, Colin Farrell, Jeffrey Wright, Andy Serkis y John Turturro. Todos ellos aportan su baza en este equilibrio de poderes entre la justicia, el sacrificio y la esperanza y la corrupción, la codicia y la venganza.
De fondo suenan el “Ave Maria” de Schubert y el “Something In The Way” de Nirvana, lo que constituyen dos pistas más sobre la identidad de los personajes y la profundidad que ha logrado Reeves con su película, destinada al público adulto.