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En el siglo XX, se constata una evidente reaparición de los ermitaños. Por ello, Roma ha decidido regular el fenómeno aportando unas directrices a quienes aspiran a la vida de oración y aislamiento.
El silencio de la soledad
Dado que en estas últimas décadas se ha visto un resurgimiento de los ermitaños, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ha publicado el primer documento oficial dedicado a esta vocación particular vivida en “el silencio de la soledad”. El texto, publicado con fecha del 14 de diciembre de 2021 y, por el momento, solamente en italiano, será difundido próximamente en francés por el Dicasterio, según informa IMedia.
Algo de historia
Aunque muy extendidos en los primeros siglos, los ermitaños habían desaparecido de los meandros de la historia. Su reaparición en el siglo XX fue recibida con cierta confusión jurídica, según explica una fuente del Dicasterio para la Vida Consagrada. El documento Ponam in deserto viam (“Pondré un camino en el desierto”, Isaías 43,19) viene, por tanto, a regular el fenómeno aportando ciertas orientaciones.
Apoyándose en los testimonios de ermitaños notables, la Congregación vaticana desarrolla en 46 párrafos el único canon del código de derecho canónico que les estaría dedicado hasta ahora (n.° 603). La revista Vies Consacrées propone ya una traducción al francés –no oficial– de este texto escrito a la atención de los obispos, referentes de los ermitaños, a los cuales estos últimos deben “respeto filial y obediencia”.
El equilibrio psicoafectivo del ermitaño
Roma prodiga sus consejos para discernir la aptitud del candidato a la vida ermitaña, que debe poder resistir las “pruebas” de la soledad. Entre las recomendaciones, se encuentran: un tiempo de formación y una atención a su salud, su madurez y a su equilibrio psicoafectivo. Sin olvidar verificar el estado de sus antecedentes judiciales, en lo civil, lo penal y lo canónico.
El ermitaño no huye del mundo “por miedo o desprecio”, precisa el texto, sino que con su vida aislada lucha contra “la vana gloria”. No es su “subjetividad”, sino la búsqueda de “el Único necesario” lo que da sentido a su ascesis compuesta de oración, castidad, ayuno, sobriedad y penitencia.
Organización ordenada
La Santa Sede pide a los ermitaños “una organización ordenada de la jornada y del trabajo, un descanso adecuado y una alimentación suficiente y moderada”. También, pide elementos precisos en un “programa de vida” personal, que debe pronunciarse, entre otras cosas, sobre el lugar del retiro, los medios de comunicación, de subsistencia y sobre su asistencia sanitaria.
Aunque es imposible conocer el número de ermitaños católicos que existen en el mundo, sí se conoce que algunas diócesis –como las del sur de Francia– atraen a más que otras. Su elección radical, subraya el documento del dicasterio, recuerda a la humanidad “que es hermoso permanecer solo en Dios”.