“Pero un porteño que no baila el tango no es un porteño”. El papa Francisco intervino con su buen humor en el programa "Che tempo che fa" del periodista italiano Fabio Fazio de la cadena estatal de televisión RAI 3 desde la Casa Santa Marta y habló con el presentador que le interrogó sobre varios temas serios y actuales: la necesidad de las amistades, la relación entre padres e hijos, el mal y el sufrimiento, entre otros.
El Papa aprovechó el espacio televisivo para lanzar un mensaje contra el bullying, el suicidio de los jóvenes y reflexionar sobre la agresividad que aumenta en las redes sociales, y no solo, en tiempos de pandemia, y alertar sobre el chismorreo que mata la reputación de una persona.
En efecto, el programa televisivo dominical de entretenimiento y de información "Che tempo che fa” (“Qué tiempo hace hoy”) que se transmite desde hace 19 años es visto en Italia en un horario familiar. Fazio ha entrevistado quizás a su personaje más relevante hasta el momento, después de hacer lo propio con el presidente francés Emmanuel Macron, el ex presidente Barak Obama y hasta el magnate de la tecnología Bill Gates.
El Pontífice de 85 años, que fue presentado por Fazio como una luz que irradia esperanza evangélica en tiempos difíciles, ha vuelto a dar una entrevista y demostrado su autenticidad y facilidad comunicativa con un lenguaje sencillo y directo de pastor atento a los problemas de la gente.
La agresión social inicia con la mala lengua
Sobre la agresión social, el Papa no ha querido opinar como grande experto al respecto: “es algo que los psicólogos y sociólogos han estudiado bien”. Sin embargo, ha subrayado con gran preocupación: “cómo ha aumentado el número de suicidios de jóvenes”.
“¿Qué significa eso?”, cuestionó. “Hay una agresión que se desata, piensa en el acoso escolar (bullying). Cuando tomas un niño o una niña y le das, para destruirlo. Se trata de una agresión oculta. Esta agresividad es un problema social, no es sólo la agresividad de un enfermo, sino que socialmente el bullying es un problema que se da, y de qué manera”.
El Papa que fue ‘maestrillo jesuita’ y enseñó psicología afirmó: “Hay que educar a esta agresión nuestra. La agresividad no es algo negativo en sí mismo, porque necesitamos ser agresivos para dominar la naturaleza, para avanzar, para construir, hay una agresividad positiva, digamos. Pero hay una agresión destructiva que comienza con algo muy pequeño, pero quiero mencionarlo aquí: comienza con la lengua, el parloteo (chismorreo)”.
El pontífice advirtió que chismorrear causa mucho daño en las familias, en los barrios: “destruye”.
Sucesivamente, recordó que “un nuncio apostólico hizo un estudio sobre el parloteo, muy bueno, y en la portada la huella se ve así: una huella digital y alguien que, como un hilo, la estira para destruirla. Esto es un chisme. Destruye la identidad. El chismorreo no es sólo algo que se hace entre los gobernantes, sino que se encuentra entre las familias”.
Por eso, Francisco aconsejó de evitar hablar a las espaldas de los demás, hablar con indiscreción o malicia contra alguien o de sus asuntos. Un consejo - dijo - para “no destruirnos”: “nada de chismorreo. Si tienes algo contra el otro o te lo comes tú o vas a él y se lo dices a la cara, sé valiente, valiente. Pero no, es una dulzura charlar de los demás y esto destruye. Parece un sermón moral, pero es una realidad: es así como empiezan las guerras y las divisiones”, expresó.
La relación entre padres e hijos
Sobre la relación entre padres e hijos, el Papa también hizo algunas observaciones: “Siempre digo una palabra sobre la relación entre padres e hijos: cercanía”.
“La cercanía - comentó - con los niños. Cuando las parejas jóvenes se confiesan o cuando hablo con ellas, siempre les hago una pregunta: "¿Juegan con sus hijos? Esa gratuidad de papá y mamá con el niño. A veces escucho respuestas dolorosas: 'Pero padre, cuando salgo de casa para trabajar están durmiendo y cuando vuelvo por la noche vuelven a dormir'. Es la sociedad cruel que se desprende de sus hijos”.
El Papa instó a volver a la “gratuidad” en las relaciones, especialmente “con los propios hijos”: “jugar con los niños y no asustarse por los niños, por las cosas que dicen, por las hipótesis, o incluso cuando un niño, ya mayor, un adolescente, se desliza un poco, estar cerca, hablar como padre, como madre”.
Y reiteró: La cercanía. “Los padres que no están cerca de sus hijos y que, para tranquilizarlos, les dicen "pero coge la llave del coche, vete", no son buenos para ellos. Los padres deben ser, si se me permite decirlo, casi cómplices de sus hijos. Esa complicidad paterna que permite que padres e hijos crezcan juntos. Y eso es tan hermoso”.
Una mirada contemplativa y horizontal del otro
Sobre tu frase "Un hombre sólo puede despreciar a otro cuando le ayuda a levantarse": “Es cierto. En la sociedad vemos cómo a menudo la gente mira a los demás por encima del hombro para dominarlos, para someterlos, y no para ayudarlos a levantarse. Piensa -es una historia triste, pero cotidiana- en esos empleados que tienen que pagar con su cuerpo la estabilidad laboral, porque su jefe los desprecia, pero para dominarlos.
Es un ejemplo cotidiano, pero realmente cotidiano. En cambio, este gesto sólo es permisible para hacer esto: sólo puedo mirar hacia abajo a otra persona a riesgo de caer también, para hacer un gesto noble: levántate hermano, levántate hermana. Otras miradas de arriba hacia abajo no están permitidas, nunca, porque serían miradas de dominación, y esto no es bueno”, expresó.
Las historias de esperanza
En este contexto, cabe recordar que el periodista italiano Fazio le hace notar al Papa la incapacidad que existe en el mundo de ver el sufrimiento de los demás y, sostiene, que por el contrario, el Papa es voz de esperanza; cita el Ángelus de ese domingo cuando a Francisco se le quiebra la voz contando una historia de solidaridad:
Los aldeanos de un pueblo italiano (Monferrato, Piemonte, tierra de los abuelos de Bergoglio) recogen dinero para cumplir la última voluntad de John, 25 años, de Ghana diagnosticado con un cáncer terminal. El joven moribundo quería volver a su país para abrazar a su padre y hermanos. Es una historia de dolor pero también de gran solidaridad. El Papa la compartió en el ángelus para no olvidar que a los "héroes" o santos de la puerta de al lado que en el silencio trabajan para cambiar el mundo.
Así el Papa no desaprovechó el espacio de “Che Tempo Che Fa” que es un programa de máxima audiencia en Italia para lanzar mensajes para padres e hijos llenos de esperanza, la solidaridad y la misericordia.
Para ver la entrevista completa ir a la plataforma de Raiplay.