Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Una querida amiga me pidió hace poco que le diera algunos consejos para organizar su hogar. La familia de Grace se compone de ocho miembros y ya se sentía algo apretada en su casa de tamaño modesto cuando decidió también optar por el homeschooling o la educación en casa de sus hijos.
Ahora, con cuadernos y manualidades, sin hablar de las comidas, constantemente cubriendo la mesa de la cocina, está perdiendo la paciencia a pasos agigantados. Una frustración común para muchas familias, no solamente para las que hacen homeschooling.
Así que le hice una visita para compartir algunos “trucos del oficio” para gestionar el mundo académico en la cocina, una habilidad que he pulido durante años de educación en casa con mis siete hijos. Lo que no me esperaba es que la familia de Grace terminara inspirándome a mí sobre qué hace falta para crear un hogar precioso en un espacio limitado.
Esto es en lo que me fijé de lo que hace la familia de Grace:
Se centran en las personas que tienen delante en vez de en el entorno
Esta táctica típica de Madre Teresa le sale de forma natural a Grace, que siempre tiene una manera de mirar a la cara de las personas como si estuviera contemplando al mismo Cristo.
Y lo que resulta más profundo aún es que ella ha transmitido claramente esta actitud a sus hijos, que me recibieron con euforia en la puerta de su casa. Los pequeños saltaban de un lado para otro. Recibí mucho contacto visual, sonrisas y bastantes abrazos. Incluso el hijo adolescente y el hijo adulto de Grace, que estaba de visita en casa durante unas horas, charlaron conmigo en la luminosa cocina.
Muestran objetos que inspiran y nutren a la familia
Con la sensación de ser sinceramente bienvenida, me senté en un taburete en una habitación encantadora repleta de fotos familiares, versículos bíblicos pegados en las paredes y obras de arte caseras.
Observé la amable manera que tiene Grace de interactuar con sus hijos, todos niños normales, lo prometo. Obviamente ponen a prueba la paciencia de su madre en ocasiones y riñen unos con otros.
Me fijé especialmente en la forma en que Grace charlaba con su hijo mayor, que ya es padre. Reflexioné sobre el hecho de que este magnífico joven visita a menudo a su familia y es obvio ver por qué. Puedes ver por la forma en que ríe con su madre que disfruta genuinamente de su compañía.
Preferiría sin dudarlo esto antes que más metros cuadrados, pensé para mis adentros. Por supuesto, me percaté de lo apretado del lugar, de las galletitas saladas revueltas en el suelo con ceras de colores. Pero lo que más me llamó la atención fue la ternura con la que todos se trataban mutuamente. Y el entorno… parecía desvanecerse.
Hacen que los niños se impliquen
De todas formas, yo estaba allí por una razón. Así que congregué a los niños. “A ver, agarrad todos una mochila”, dije. “Llenadla con vuestro trabajo escolar personal y ponedla cada uno debajo de su propia cama antes de cada comida”. Grace le pasó a cada niño un trapito húmedo multiusos y les dijo, simplemente, “limpiad cualquier cosa”.
En resumen, hicimos que los niños se implicaran de una forma significativa, otro paso importante para dar hermosura a un hogar.
Practican hábitos que cultivan la gratitud
Grace gritó de emoción al ver limpia la mesa de la cocina. Mientras tanto, mis ojos se encontraron con un ejemplar de un libro favorito mío que se había caído al suelo, "La casa de la pradera".
Grace me vio recogerlo y acunarlo contra mi pecho. “Ah”, exclamó con complicidad. “Acabamos de leer sobre su largo invierno”. Y luego añadió un comentario típico de ella: “Sin duda me ha hecho dar gracias por tener aislamiento térmico y calentadores de aceite”.
Entre ese comentario y tantísimos otros similares a lo largo de los años, me queda claro que Grace fomenta intencionadamente hábitos que cultivan la gratitud, en vez del disgusto.
Es campeona olímpica en dar una segunda vida a los muebles y de compras de segunda mano y en mercadillos. Sus tesoros colman su hogar, creando una cultura de agradecimiento y valoración en un mundo guiado por el consumismo y por el desecho rápido.
Grace se percató de que la estaba observando y reflexionando sobre el hecho de que, aunque ciertamente podría ofrecerle innumerables consejos del estilo a “guarda los desayunos elaborados para los sábados; mejor come barritas de energía en los días escolares”, la verdad es que ella me había ganado en la visión general de la vida.
“¿Qué andas pensando?”, dijo con una sonrisa mientras barría la habitación y al mismo tiempo ayudaba a sus hijos a encontrar sus botas de senderismo, un ejemplo muy ilustrativo de sus habilidades. Porque si Grace tuviera un único mantra para su hogar, sería:
“Haz lo que puedas y luego a tomar el fresco”
No me cabe duda de que Grace renunció a las típicas listas de tareas del hogar encargadas al marido hace mucho tiempo. Sospecho que se cansó de la presión que supone sobre la relación, así que lo evita tanto como puede.
En vez de eso, Grace se centra en lo que ella puede hacer: cocinar y limpiar hasta la excelencia al mismo tiempo que exige una cantidad razonable de ayuda por parte de sus hijos. Cuelga cortinas, pinta paredes y las salpica de pegatinas de pájaros… y luego se va fuera con un par de prismáticos a observar pájaros en la vida real.
Y es que, aunque Grace quería mi ayuda para gestionar una escuela en la cocina, ya era una campeona en construir hogares mucho antes de que yo llegara. Ella entiende que la morada que está creando para su familia se construye sobre todo de cosas intangibles: paciencia y compasión, compartir experiencias significativas, lealtad y risa.
No quiero subestimar la paz que aporta a la vida de una persona un espacio bien ordenado y decorado con gusto. Pero, como diría la voz de la Sabiduría, personificada a menudo en la Biblia en una mujer humilde, Grace sin duda ha edificado su casa (Proverbios 9). No es sofisticada, pero si se la observa como es debido, es majestuosa.