En el informe se ofrecen muchos datos de cómo ha sufrido España socialmente la pandemia del coronavirus. Según explican, “ha sufrido un “shock” sin precedentes como consecuencia de la tensión que ha sufrido la actividad económica y el empleo a causa de la irrupción del SARS CoV-2”.
Son muchos los aspectos analizados. Llama poderosamente la atención la situación de los jóvenes: “Ser joven, un factor de exclusión en sí mismo”. “Según los resultados que arroja el informe Foessa, en España hay 2,7 millones de jóvenes entre 16 y 34 años afectados por procesos de exclusión social intensa y multidimensional que les impide realizar proyectos de vida para transitar hacia la vida adulta”, explican.
Unos datos muy preocupantes porque se suman más de 650.000 nuevas personas jóvenes (16-34) a la situación de exclusión, la mayoría en situación de exclusión severa. “Son 500 mil personas jóvenes más con respecto a 2018 que están afrontando situaciones de especial complejidad, lo que hace un total de 1,4 millones de jóvenes en situación de exclusión severa”, analizan.
“Hay un grupo de jóvenes -subrayaba en la rueda de prensa Raúl Flores, coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas y secretario técnico de FOESSA- que ha experimentado ya dos crisis muy importantes justo en una fase esencial de sus proyectos vitales en los que se plantea la transición al empleo, a la vida adulta, la emancipación o la construcción de nuevos hogares: a los que tenían 18 años en 2008 les ha alcanzado la crisis de 2020 con 30 años”.
Las consecuencias de la crisis en los migrantes
El informe también explica que “la población inmigrante es la más perjudicada en varios frentes”. “El 50,3% de los hogares con extranjeros están en situación de exclusión social en 2021, es decir, la exclusión social en estos hogares es casi tres veces mayor que en los hogares españoles”, explican.
“La población inmigrante además ha sufrido una tasa de incidencia de la Covid-19 casi 3 puntos porcentuales mayor que entre la población de origen español. Las razones son claras: unas peores condiciones de vida, con viviendas peor ventiladas por las condiciones de acondicionamiento de la vivienda y con más hacinamiento; así como menores recursos para adoptar medidas preventivas y una mayor exposición por sus empleos”.
Desigualdades, paro y las brechas digitales y de género
En el informe también se analiza la situación de paro de larga duración, que “ha alcanzado a 800 mil familias y el desempleo total familiar, casi se ha duplicado, es decir hay casi dos millones de núcleos familiares donde todas las personas activas están en paro”.
Natalia Peiró, secretaria general de Cáritas, explicó: “uno de los aspectos diferenciales de esta crisis es la profundización de la brecha de desigualdad en nuestra sociedad, donde los grandes damnificados por la Covid-19 son precisamente las personas y familias más frágiles y desfavorecidas, a quienes no ha llegado las respuestas públicas del denominado escudo social”.
Otras de las situaciones son un nuevo factor de exclusión social: “la desconexión digital, el nuevo analfabetismo del siglo XXI” y la brecha de género: “la crisis ha tenido más impacto en sectores más feminizados, como el comercio o la hostelería, lo que ha implicado un retroceso mayor para muchas mujeres en términos de integración social”.