“¿Quieres hacer algo nuevo en la vida? ¿Quieres rejuvenecer? No te contentes con publicar algún post o algún tuit”. Lo dijo el Papa Francisco en una última catequesis a los jóvenes griegos antes de partir a Roma el 6 de diciembre de 2021.
El Papa explicó que el “servicio es la novedad de Jesús; el servicio, dedicarse a los demás es la novedad que hace la vida siempre joven”.
Para darles a conocer la alegría del Evangelio, recurrió a los mitos y a los filósofos griegos, y a sus raíces: “Supe que en griego “joven” se dice “nuevo” y nuevo significa joven”. Entonces, indicó que lo nuevo es el servicio real a los demás.
“No te contentes con encuentros virtuales, busca los reales, sobre todo con quien te necesita; no busques la visibilidad, sino a los invisibles. Esto es original, esto es revolucionario. Salir de nosotros mismos para encontrar el otro”.
Servicio
“Muchos hoy son “de redes sociales” pero poco “sociales”, encerrados en sí mismos, prisioneros del teléfono que tienen entre sus manos”.
Pidió que no sean jóvenes "encerrados en sí mismos, prisioneros del teléfono que tienen entre sus manos. Pero en la pantalla falta el otro, faltan sus ojos, su respiración, sus manos”.
La pantalla se vuelve fácilmente un espejo, donde crees que estás frente al mundo, pero en realidad estás solo, en un mundo virtual lleno de apariencias, de fotos trucadas para parecer siempre hermosos y en forma.
¡Qué bonito, en cambio, es estar con los demás, descubrir la novedad del otro, cultivar la mística del conjunto, la alegría de compartir, el ardor de servir!”.
Fue el último discurso oficial del papa Francisco en suelo griego antes de que el pontífice complete su 35º viaje apostólico, que le llevó a Nicosia (Chipre), Atenas y después a la isla de Lesbos, en Grecia, del 2 al 6 de diciembre.
Antes de llegar al aeropuerto de Atenas, se dirigió al colegio Saint-Denys de las Hermanas Ursulinas de Maroussi, en los suburbios de la capital griega, para pasar un rato de intercambio con más de doscientos jóvenes católicos, casi la mitad de los cuales eran hijos de inmigrantes filipinos, ucranianos, polacos o croatas.
Después de escuchar algunos testimonios, el Papa se tomó un tiempo en su discurso para responder a las preguntas de los jóvenes llegados de todas las diócesis del país.
"Conócete a ti mismo"
A una que le había confiado sus "dudas recurrentes en la fe", el antiguo profesor de teología le aseguró que eran "vitaminas de la fe" porque "contribuyen a fortalecerla, a hacerla más fuerte, es decir, más consciente, más libre, más madura".
Pero cuando la duda se vuelve asfixiante, "¿qué debemos hacer?", se preguntó el Papa Francisco, confiando después en que quería responder a esta pregunta usando la escuela de la filosofía griega.
"Todo comenzó con una chispa, un descubrimiento, formulado por una magnífica palabra: thaumàzein. Es la maravilla, el asombro", enseñó el Papa. Esta maravilla no es sólo el principio de la filosofía; "es también el principio de nuestra fe", insistió. Porque el corazón de la fe no es una idea o una moraleja, sino una hermosa realidad que debería "dejarnos sin palabras: ¡somos los hijos predilectos de Dios!
Sin embargo, el hombre tiende a olvidar esta realidad. "¿Recuerdas las famosas palabras grabadas en el frontón del templo de Delfos? "Conócete a ti mismo", citó, argumentando que esta fórmula era más que pertinente para entender que el valor de un joven no depende "de la marca de ropa o de zapatos" que lleve, sino de que es único, y de que Dios no se cansa de amarlo.
El canto de la sirena
Fue en este punto donde el Papa Francisco habló del mito de los cantos de las sirenas que atraían a los marineros a naufragar en las rocas. "En realidad, las sirenas de hoy quieren atraerte con mensajes insistentes y seductores, centrados en el dinero fácil, las falsas necesidades del consumismo, el culto al bienestar físico, la diversión a toda costa", lamentó el Papa latinoamericano.
Recordando que Ulises, para escapar de estos cantos, se hizo atar al mástil de su barco, recurrió a otro personaje, Orfeo, que "enseña un camino mejor": "canta una melodía más bella que la de las sirenas y así las hace callar".
Este es el efecto que debe producir la alegría del Evangelio: "la maravilla de Jesús hace que las renuncias y los trabajos pasen a un segundo plano".
Una maratón en la vida
El pontífice hizo numerosas referencias a la cultura griega y estableció una conexión entre los Juegos Olímpicos y el Maratón -que se originó en Grecia- y la "gimnasia del alma". "Además del espíritu de competición, que es bueno para el cuerpo, también lo es para el alma", dijo.
Como un entrenador deportivo, el pontífice desplegó entonces su programa: "entrena en la apertura, recorre largas distancias en solitario para acortar las distancias con los demás; lanza tu corazón sobre los obstáculos; levanta las cargas de los demás...".
Y prometió a los jóvenes: "¡Formaros en este ámbito os hará felices, os mantendrá jóvenes y os hará sentir cuánta aventura es la vida!
“Al despedirme de ustedes, les deseo la valentía de seguir adelante, el coraje de arriesgar, el arrojo de no quedarse en el sofá. La valentía de arriesgar, ir hacia los demás, jamás aislados, siempre con los otros. Con esta valentía se encontrarán con sí mismo y el otro. Y encontrarán el sentido de la vida.
Les deseo que, con la ayuda de Dios Padre que los ama, tengan la valentía de la esperanza. Y esperen siempre juntos. Brostà, óli masí! [¡Adelante, todos juntos!”, concluyó.
El Papa Francisco mientras subía las escaleras para embarcarse en el avión que lo llevaría a Roma esta mañana ha tenido un pequeño incidente. El viento le levantó la esclavina del vestido papal y no le dejaba ver. A lo que el Papa se tropezó, pero sin caer. No hay motivo de preocupación.