separateurCreated with Sketch.

Sacerdote salva a un pueblo en la Segunda Guerra Mundial

Soldados ingleses en Bayeux en junio de 1944.

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Agnès Pinard Legry - publicado el 26/10/21
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Cuando esta ciudad estaba a punto de ser bombardeada, el padre Aubourg arriesgó su vida para salvarla

El 6 de junio de 1944, el famoso Día D, el del asalto de las Fuerzas aliadas sobre la costa de Normandía, fue el inicio de una de las operaciones militares más formidables de la historia. Del éxito de esta operación, designada como Overlord, dependía el resultado de la guerra contra Hitler y el Tercer Reich.

Sin embargo, la lucha posterior en los campos de Normandía y en las ciudades de la región trajo la devastación: Ruan, Caen, Lisieux, El Havre… Muchas ciudades de Normandía quedaron destrozadas en más del 50 % y miles de civiles perdieron la vida.

Por sorprendente que parezca, dada su ubicación geográfica a pocos kilómetros de las playas del Día D, Bayeux es una de las pocas ciudades que se libraron. Este “milagro” fue gracias a un sacerdote benedictino, el padre Aubourg (1887-1967).

Este sacerdote había sido monje en la abadía de Solesmes (famosa mundialmente por su canto gregoriano) y, en el momento de la toma de tierra del Día D, era capellán de la comunidad de las hermanas de la caridad en Saint-Vigor-le-Grand, un pueblo limítrofe con Bayeux. A las puertas de Bayeux, el puente de Saint Loup fue destruido y los alemanes esperaban en una emboscada. El resultado más probable era que los Aliados bombardearan la ciudad.

Sin embargo, durante la noche del 6 al 7 de junio de 1944, el padre Aubourg escuchó un ruido, como si los alemanes estuvieran abandonando su posición. Al día siguiente, muy pronto tras la celebración de la misa, el padre Aubourg se apresuró a alertar a los Aliados de esta novedad.

Como se le había asignado el ministerio de la isla de Wight (Inglaterra) durante varios años tras dejar la abadía de Solesmes, el padre Aubourg hablaba inglés muy bien. Así que se dio prisa en anunciar a los oficiales británicos que los alemanes habían abandonado la ciudad.

Con recelo inicial, comprobaron la información del sacerdote hasta confirmarla. Una vez quedó claro que tenía razón, se tomó la afortunada decisión: Bayeux no sería bombardeada.

En una carta fechada el 20 de junio de 1959, que sacó a la luz el padre Soltner, archivista del monasterio de San Pedro de Solesmes, y de la que el sitio web francés Ouest-Franceinformó hace varios años, el padre Aubourg recordaba este episodio: “Me han llamado el salvador de Bayeux, pero soy incapaz de decir si salvé Bayeux”, contó al reverendo sacerdote de Solesmes.

Solamente sé que, en la mañana del 7 de junio de 1944, durante la batalla de Normandía, arriesgué mi vida para alertar a los británicos,que habían desembarcado el día anterior y se habían detenido a cinco kilómetros de distancia, para decirles que podían entrar en Bayeux, que los alemanes se habían marchado durante la noche. Y, de hecho, los tanques aliados llegaron una hora después.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.