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Me preguntaba qué puede llevar a pensar que las tres palabras puedan significar lo mismo, y caí en la cuenta de que tiene que ver con los dos primeros días de noviembre.
La Iglesia celebra el 1 de noviembre el día de Todos los Santos, y el 2 el de todos los difuntos.
Esto sigue siendo así, pero resulta que el día 1, en muchos países, es fiesta laboral, y el 2 no lo es.
Por eso, la gente suele ir a visitar los cementerios el día 1, y, cuando esto sucede año tras año, se pueden confundir las dos celebraciones, lo que lleva a preguntar si es lo mismo “santo” que “difunto”, e incluso que “muerto”.
¿Qué decir al respecto?
De entrada, hay que decir que “difunto” y “muerto” significan lo mismo. La única diferencia es que “difunto” suena más elegante, y por eso se utiliza casi exclusivamente para personas.
Así, por ejemplo, se suele decir que alguien “puso flores junto a la tumba de su difunto cónyuge” y no “junto a la tumba de su muerto cónyuge”, que suena peor, aunque signifique lo mismo.
Vayamos ahora al significado de santo. Los principales significados de esta palabra son:
Lo que la Iglesia celebra el 1 de noviembre corresponde con el número 2: todos los que ya están en el cielo.
Me viene ahora a la cabeza una comparación sacada de un recuerdo personal.
Cuando yo era un niño, miraba por encima algún libro de historia, y vi que, al acabar la primera guerra mundial, en muchos sitios se hicieron grandes monumentos dedicados al soldado desconocido.
Como niño que era, pensaba en una persona concreta, un héroe de cómic, algo así como el guerrero del antifaz, y pensaba: “¡Qué tío! ¿Qué hizo para que le hagan un monumento tan grande?”.
Más tarde, me di cuenta de mi error: no se trataba de una persona singular, sino que era en homenaje a miles de soldados cuyo heroísmo quizás no había sido reconocido con una medalla, pero que habían dado su vida por su patria.
Con el día de Todos los Santos sucede algo parecido. Podría decirse que celebramos al santo desconocido; a los miles y miles que ya están en el cielo, sin que la mayoría figure en la lista de santos reconocidos por la Iglesia; a los miles de héroes anónimos que vencieron en una guerra totalmente distinta a la que se hace con las armas.
Evidentemente, para estar en el cielo hay que haber dejado ya este mundo. Pero no todos los difuntos están en el cielo: pueden también estar en el infierno o en el purgatorio.
En el primer caso ya no podemos ayudar, pero en el segundo sí. Y por eso se ha establecido el día de todos los difuntos: para rezar por ellos (además, salvo muy pocos casos, no sabemos dónde está cada uno de los fallecidos).
Nótese la gran diferencia entre un día y otro. En el día de Todos los Santos rezamos A ELLOS (pidiendo su intercesión); en el día de todos los difuntos, rezamos POR ELLOS (para que alcancen el cielo cuanto antes).
Por eso conviene distinguir las dos celebraciones, aunque visitemos el cementerio el día 1.
Visita virtualmente en la siguiente galería de imágenes algunos destacados cementerios de América Latina: