La gracia obtenida por la intercesión del siervo de Dios Juan Pablo I que permitirá su beatificación fue la curación de una niña en el 2011, en Buenos Aires. La madre de la niña desconocía hasta el momento de pedir su intercesión a Albino Luciano, pero confió en el sacerdote a quien concurrió para pedirle una bendición ante la inminente muerte, pidió por su intercesión el milagro, y éste ocurrió.
Candela tenía entonces 10 años, y llevaba una vida normal en Paraná, provincia de Entre Ríos. Todo empezó con un fuerte dolor de cabeza, que no desaparecía e iba sumando síntomas, hasta que requirió internación en terapia en un hospital pediátrico de su ciudad.
Ningún estudio daba cuenta del origen de su enfermedad, y Candela no mostraba signos de recuperación; por el contrario, con convulsiones, su cuadro estaba vez peor. Siempre acompañada de su madre Roxana, cabeza de la familia, fue trasladada a Buenos Aires, a la Fundación Favaloro, donde se le llegó a recomendar regresar a su ciudad para que pueda morir en su casa. El pronóstico era muy malo.
El 22 de julio, según relató Roxana al portal Infobae, la médica le hizo saber que Cande moriría esa misma noche, que no había nada por hacer. Fue entonces que buscó apoyo en el padre José, de la parroquia Nuestra Señora de la Rabida, en las cercanías del hospital, quien visitaba los enfermos y a quien había conocido allí en Buenos Aires. Y junto con él fueron a ver a la niña, y siguiendo al sacerdote, aún sin saber quién era Juan Pablo I, pidió por su intercesión.
Desde ese momento, la niña comenzó una notable mejoría. Un mes después, dejó la terapia intensiva. Y en septiembre, dejó Buenos Aires. No había explicación médica a la asombrosa recuperación.
Completó su rehabilitación en un centro de Paraná, y ya en 2014 había recuperado la memoria y el habla. Pudo completar su secundario, y hoy asiste a la Universidad, en la que estudia Seguridad e Higiene. No presenta secuelas de lo que fue, según se supo años después y contaron los protagonistas al portal Infobae, un caso de FIRES, una encefalopatía epiléptica potencialmente fatal.
El padre José relató al Papa Francisco lo vivido con una carta que envió mediante su hermano, con quien el Papa colaboró durante años en Buenos Aires. El relato llegó a oídos de los promotores de la causa, quienes encargaron los rigurosos estudios para comprobar que no haya explicación científica a la curación de Candela. El veredicto científico y teológico confirmó que la niña sanó tras la oración de intercesión a Juan Pablo I.
La ratificación del milagro ocurrido en Buenos Aires llegó con un decreto que confirma que la Argentina, además, tendrá dos nuevos beatos, los mártires del Zenta. Casi 450 años antes de la milagrosa curación obtenida por la oración a Juan Pablo I, con la misma Fe con la que Roxana y José pidieron lo imposible, Don Pedro Ortiz de Zárate, presbítero, y Juan Antonio Solinas, jesuita, dieron su vida anunciando el Evangelio en estas tierras.