Es urgente que sepas que el infierno existe. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice (para que nadie diga: “yo no sabía”):
Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46).
Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección.
Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
Con los goces de este mundo, el disfrute del poder, la soberbia, el amor al dinero, el placer y los bienes materiales, hemos olvidado que esta vida es pasajera y corta, y que nuestro destino lo definimos con nuestro comportamiento.
Tenemos libre albedrío para decidir.
Te das cuenta de la seriedad del asunto cuando lees en la Biblia versículos como éste:
Ya poco se habla en la Iglesia de la realidad del infierno.
La Virgen María, preocupada por nuestro comportamiento e indiferencia hacia las cosas de Dios, mostró a los niños videntes Jacinta, Francisco y Lucía, el 13 de julio de 1917, una visión aterradora del infierno. Si no creías, más te vale creer. Esto es serio.
Lucía cuenta en sus Memorias:
Muchos santos han tenido la horrible visión del infierno, un lugar de tormentos inimaginables, al que van los grandes pecadores, que han vivido alejados de Dios, ofendiéndole.
Casi siempre van acompañados de un ángel que les dice: “Cuenta a todos lo que has visto y oído”.
La visión del infierno que ellos han tenido apenas puede describir los horrores de este lugar de sufrimientos del que nunca podrán salir los que allí lleguen. Procura que no seas tú.
Salva tu alma y salva cuantas almas puedas, orientando, evangelizando a tiempo y a destiempo, dando ejemplo con tu vida, rezando por los demás, llevando una vida de santidad.
Restaura tu amistad con Dios, una buena confesión sacramental es un primer paso.
Busca un sacerdote que te brinde dirección espiritual. Salva tu alma, ahora que puedes. No le des el gusto al demonio.
Es mejor vivir en paz, en la cercanía de Dios, una eternidad.
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