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¡A latigazos!: El drama de los haitianos en la frontera norte de México

HAITIANS
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Jaime Septién - publicado el 21/09/21
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Miles de haitianos están en peligro de muerte en su paso por la zona fronteriza entre Coahuila (México) y Texas (Estados Unidos)

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El drama de cientos, miles de haitianos que se encuentran en la frontera norte de México, concretamente entre Ciudad Acuña (Coahuila) y Del Río (Texas) ha tomado forma en una fotografía: la de un guardia fronterizo del lado estadounidense persiguiendo a latigazos a migrantes haitianos desesperados y regresando a México o siendo montados en aviones y autobuses, unos para regresar a su tierra, otros para ir, de nuevo, a los abismos de lo desconocido.

Otra fotografía muestra a una pequeña en hombros de su padre, formando una larga fila que cruza caminando, con el agua prácticamente hasta la mitad del pecho, el Río Bravo en la zona aledaña a Ciudad Acuña. La pequeñita sostiene en el aire un oso de peluche mojado y muy sucio. Aquí su único tesoro en la travesía de sus padres hacia lo que ellos pensaban que era un futuro mejor.

El volver a México significa para muchos migrantes de la adolorida Haití no solo un fracaso, después de meses de travesía por Centroamérica (muchos vienen desde Sudamérica) y México, gastando lo poco que tenían en los llamados “coyotes”, lidiando con todo tipo de obstáculos. También significa ser puestos en la mira de los grupos de delincuentes y criminales que se aprovechan de su debilidad para usarlos, explotarlos, incluso masacrarlos.

Las deportaciones masivas de haitianos a su país de origen, también los devuelve a la miseria de la que habían huido, algunos desde el temblor de enero de 2010, y a la acción de las pandillas que se han apoderado de buena parte del territorio haitiano. Los desastres naturales, la agitación política y la violencia sin control serán su otro destino.

Ciudad Acuña en el norte de México está sufriendo las mismas circunstancias que en el sur del país, la ciudad de Tapachula, fronteriza con Guatemala. En ambas localidades la afluencia de migrantes, en su mayor parte haitianos, ha colapsado todas las instancias. El pasado fin de semana, alrededor de 15.000 migrantes se apostaron bajo el puente que une a Ciudad Acuña con Del Río, esperando pasar “al otro lado”.

Sin embargo, el domingo, varios vuelos salieron de Texas hacia Puerto Príncipe, la capital de Haití, con familias enteras que han sido devueltas a un país en ruinas. Curiosamente de los 327 haitianos deportados el pasado domingo, casi la mitad eran niños menores de cinco años y prácticamente ninguno había nacido en Haití, lo que da un cariz especial a este drama humanitario. 

Este lunes la escena se volvió a repetir en el Aeropuerto de Puerto Príncipe con otros tantos aviones procedentes de Texas. Haití espera varios cientos de migrantes deportados para los cuales no tiene mayor esperanza de darles una vida nueva. Esto salvo la acogida que las organizaciones humanitarias y las iglesias puedan darles.

Los que han sido devueltos a la zona fronteriza de Ciudad Acuña se han reorganizado para poder penetrar a territorio estadounidense por otros sitios peligrosos, con el caudal del Río Bravo (que divide a ambas naciones) crecido o enfrentando desiertos interminables.

Muchos de ellos aún siguen creyendo que el Estatus de Protección Temporal (TPS) que fue extendido para los haitianos después del último temblor que sacudió a la isla sigue vigente. Pero ya fue derogado. Y las alternativas de estos 15.000 haitianos se van reduciendo poco a poco. De hecho, hoy martes están previstos otros seis vuelos a Puerto Príncipe. Y México los está sacando de la frontera (¿hacia dónde?) en autobuses.

Un caso emblemático es el de una haitiana, madre de familia, llamada Marie Pierre, de 43 años. Según el relato de AP, ella "se detuvo en el lado mexicano del río mientras caía la noche con cientos de otros migrantes sin saber qué hacer. Dijo que los agentes de la Patrulla Fronteriza la habían separado de su hijo de 19 años en Texas y no sabía si lo habían deportado o no. Esperó la oportunidad de cargar su teléfono, esperando recibir noticias de su hermana y prima en Florida".

Salieron de un infierno, recorrieron miles de kilómetros en las condiciones más precarias, llegaron a otro infierno y nadie, absolutamente nadie, excepto los albergues de las iglesias diseminados a lo largo de la frontera de México (al norte y al sur) les ha ofrecido un pedazo de humanidad. La imagen de la pequeña cruzando a hombros de su padre el Río Bravo, con su oso de peluche al aire, es la imagen que condensa la médula de esta dura afrenta –una más—al pueblo de Haití.

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