El papa Francisco se presentó por sorpresa en la cocina de la Casa de los Ejercicios Espirituales de los Jesuitas en Prešov, Eslovaquia, este martes, 14 de septiembre de 2021.
La visita, sin registro en el programa oficial, tuvo lugar después de que el personal de cocina pidiera ver al Papa: aunque fuera por un instante.
Esto debido a que las monjas, las empleadas y empleados que estaban preparando el almuerzo para los obispos no pudieron participar en la Divina liturgia de San Juan Crisóstomo en la plaza del Mestská športová hala de Prešov, presidida por Su Santidad, esta mañana.
Tras la misa, el Papa no tuvo inconveniente de entrar mientras los fogones estaban encendidos, el olor a manjares volaba. Un Papa entre ollas, cucharones y platos, describió la escena el jesuita italiano, director de la Revista La Civiltá Cattolica, Antonio Spadaro en su cuenta de Twitter. Otro titulo posible: Si ellas no vienen a mí, yo voy hasta ellas.
Las monjas lucían sonrientes y concentradas: “El Papa le mostró a una monja su breviario y una postal de recuerdo que guarda en él. El ambiente de estos minutos fue realmente íntimo y familiar”, narró Spadaro.
En sus viajes apostólicos en giro por las periferias del mundo, el Papa Francisco, 84 años, quiere comer ‘casero’ para sentirse como uno más del lugar, además de seguir probablemente una dieta adapta a su edad y a las extenuantes horas de apostolado.
Normalmente, después de cada estancia suele dedicar un tiempo - sin periodistas, camarógrafos o fotógrafos - para ir a saludar al personal de la Nunciatura, con una atención especial al personal de la cocina. Casi nunca estas personas salen en primera página en los medios de comunicación, pero ellos gozan de gestos privados de afecto por parte del Sucesor de Pedro.
Entretanto, en esos gestos del Papa está viva su espiritualidad. El padre Pedro Arrupe, el que fuera prepósito general de los Jesuitas, decía que el apóstol debe encarnar la misión de ser “un hombre para los demás”.
Precisamente, el Papa hoy recordó en su homilía, en la fiesta de la adoración de la Cruz, que el crucifijo exige testimonio.
Porque la cruz no quiere ser una bandera que enarbolar, sino la fuente pura de un nuevo modo de vivir. El Papa invita a cada cristiano a vivir el Evangelio, especialmente encarnar el Evangelio de las Bienaventuranzas.
"El testigo que tiene la cruz en el corazón y no solamente en el cuello no ve a nadie como enemigo, sino que ve a todos como hermanos y hermanas por los que Jesús ha dado la vida".