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El papa Francisco sostuvo que un cristianismo sin cruz es mundano y se vuelve estéril. Lo hizo en el marco de su viaje apostólico a Eslovaquia. Hoy, martes 14 de septiembre, el Papa ha presidido la Divina liturgia de San Juan Crisóstomo en la plaza del Mestská športová hala de Prešov.
En Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, el Pontífice expresó: “No reduzcamos la cruz a un objeto de devoción, mucho menos a un símbolo político, a un signo de importancia religiosa y social.”.
¿Cómo podemos aprender a ver la gloria en la cruz?, cuestionó. Invitó a seguir el consejo de algunos santos que han enseñado que la cruz es como un libro que, para conocerlo, es necesario abrir y leer.
Pero, no basta adquirir un libro, darle un vistazo y colocarlo en un lugar visible de la casa, advirtió.
"Lo mismo vale para la cruz: está pintada o esculpida en cada rincón de nuestras iglesias. Son incontables los crucifijos: en el cuello, en casa, en el auto, en el bolsillo.
Pero no sirve de nada si no nos detenemos a mirar al Crucificado y no le abrimos el corazón, si no nos dejamos sorprender por sus llagas abiertas por nosotros, si el corazón no se llena de conmoción y no lloramos delante del Dios herido de amor por nosotros.
Si no hacemos esto, la cruz se queda como un libro no leído, del que se conoce bien el título y el autor, pero que no repercute en la vida”.
Esta mañana Francisco ha sido el primer Papa en celebrar este rito especial bizantino. Durante el rito se escucharon cantos y lecturas en lenguas paleoeslavo y oraciones en romaní.
Los gestos del Papa de hoy han puesto de relieve el papel de los greco-católicos eslovacos como "puente" entre Oriente y Occidente.
El Papa en su homilía afirmó que a los ojos del mundo la cruz es un fracaso.
"Y también nosotros corremos el riesgo de detenernos ante esta primera mirada, superficial, de no aceptar la lógica de la cruz; de no aceptar que Dios nos salve dejando que se desate sobre sí el mal del mundo.
No aceptar, sino sólo con palabras, al Dios débil y crucificado, es soñar con un Dios fuerte y triunfante.
Es una gran tentación. Cuántas veces aspiramos a un cristianismo de vencedores, a un cristianismo triunfador que tenga relevancia e importancia, que reciba gloria y honor. Pero un cristianismo sin cruz es mundano y se vuelve estéril, expresó.
El Pontífice indicó el testimonio de los cristianos perseguidos en el mundo, pero advirtió sobre el testimonio que puede ser socavado en otras partes del mundo: por la mundanidad o la mediocridad.
“La cruz en cambio exige un testimonio límpido. Porque la cruz no quiere ser una bandera que enarbolar, sino la fuente pura de un nuevo modo de vivir. ¿Cuál? El del Evangelio, el de las Bienaventuranzas.
El testigo que tiene la cruz en el corazón y no solamente en el cuello no ve a nadie como enemigo, sino que ve a todos como hermanos y hermanas por los que Jesús ha dado la vida.
El testigo de la cruz no recuerda los agravios del pasado y no se lamenta del presente. El testigo de la cruz no usa los caminos del engaño y del poder mundano, no quiere imponerse a sí mismo y a los suyos, sino dar la propia vida por los demás.
No busca los propios beneficios para después mostrarse devoto, esta sería una religión del doblez, no el testimonio del Dios crucificado.
El testigo de la cruz persigue una sola estrategia, la del Maestro, que es el amor humilde.
El testigo de la Cruz, insistió, no espera triunfos aquí abajo, porque sabe que el amor de Cristo es fecundo en lo cotidiano y hace nuevas todas las cosas desde dentro, como semilla caída en tierra, que muere y da fruto”, dijo el Papa vestido de casulla roja.
El Papa insistió para que el cristiano sean testigos que conserven el amado recuerdo de las personas que los han amamantado y criado en la fe.
Personas humildes, sencillas, que han dado la vida amando hasta el extremo.
Ellos son nuestros héroes, los héroes de la cotidianidad, y sus vidas son las que cambian la historia.
Los testigos engendran otros testigos, porque son dadores de vida. Y así se difunde la fe. No con el poder del mundo, sino con la sabiduría de la cruz; no con las estructuras, sino con el testimonio.
Y hoy el Señor, desde el silencio vibrante de la cruz, te dice también a ti: “¿Quieres ser mi testigo?”.
El Papa indicó con el dedo a varios entre el público: El Señor, pide, a ti y a ti: “¿Quieres ser mi testigo?”.
El Papa recordó que con Juan, en el Calvario, estaba la Santa Madre de Dios. “Nadie como ella vio abierto el libro de la cruz y lo testimonió por medio del amor humilde. Por su intercesión, pidamos la gracia de convertir la mirada del corazón al Crucificado.
Entonces nuestra fe podrá florecer en plenitud, entonces los frutos de nuestro testimonio madurarán!”, concluyó.
El Obispo de Roma llegó a las 9.00 al aeropuerto de Košice procedente de Bratislava. A las 10.30 presidió la Divina liturgia de San Juan Crisóstomo.
A su llegada al aeropuerto fue recibido por el arzobispo de Košice, monseñor Bernard Bober, y el eparca de Košice para los católicos de rito bizantino, monseñor Cyril Vasil', así como por el alcalde de la ciudad y otras autoridades. Los organizadores regalaron 'pan' al Pontífice, símbolo de hospitalidad y bajo el lema: 'si alguien te tira una piedra, devuélvele un pan'.
A su llegada, a las 10.00 horas, el Papa Francisco fue recibido por el Metropolitano de Prešov, Mons. Ján Babjak, S.I.
Francisco y el Metropolitano subieron al papamóvil y realizaron algunas rondas entre los fieles de la plaza.