El papa Francisco invitó a los misioneros a aceptar la fragilidad humana y a dejarse “quemar por Dios”. Lo hizo durante su discurso dirigido a los misioneros claretianos; divulgado este viernes, 10 de septiembre de 2021.
"Ustedes son misioneros: si quieren que su misión sea verdaderamente fecunda no pueden separar la misión de la contemplación y de una vida de intimidad con el Señor", dijo el Papa el jueves en el Palacio Apostólico.
"Que la Palabra y los signos de los tiempos nos sacudan de tanta modorra y de tantos miedos que, si no estamos atentos, nos impiden estar a la altura de los tiempos y las circunstancias que reclaman una vida consagrada audaz, valiente, una vida religiosa libre y a la vez liberadora propiamente desde nuestra propia precariedad."
El Papa pidió no caer en "esa austeridad seca". De esta manera, instó a que "no pierdan el sentido del humor por favor. Sepan reírse en comunidad, sepan hacer chistes, y reírse de los chistes que cuenta el otro, no pierdan el sentido del humor, el sentido del humor es una gracia de la alegría y la alegría es una dimensión de la santidad".
"Si quieren ser testigos no pueden dejar de ser adoradores. Testigos y adoradores son dos palabras que se encuentran en las entrañas del Evangelio: «Los llamó para que estuvieran con Él y enviarlos a predicar» (Mc 3,14). Dos dimensiones que se nutren recíprocamente, no pueden existir la una sin la otra".
El Papa pide: "Déjense quemar por el Señor, por su amor, de tal modo que puedan ser incendiarios por donde pasen, con el fuego del amor divino".
"Que Él sea su única seguridad. Y esto les va a permitir ser hombres de esperanza, de la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), de la esperanza que no conoce miedos, porque sabe que es en nuestra fragilidad donde se manifiesta la fuerza de Dios (cf. 2 Co 12,9)".
"Si nosotros nunca somos conscientes de la fragilidad y somos los tarzanes del apostolado y los invencibles, nunca se va a poder manifestar la fuerza de Dios, el Señor nos dirá: bueno, arréglatelas, y así nos irá".
Luego les digo: «No se dejen intimidar por nada». Eso lo decía Jesús, no tengan miedo, no tengan miedo. No tengan miedo de sus fragilidades; qué lindo es cuando una consagrada, un consagrado se siente frágil, porque siente la necesidad de pedir ayuda.
No hay que tenerles miedo, tengan miedo, sí, a caer en la “esquizofrenia” espiritual, en la mundanidad espiritual que los llevaría a fiarse sólo de vuestros “carros” y “caballos”, a fiarse de sus fuerzas, a creerse los mejores, a buscar a veces obsesivamente el bienestar, el poder".
Tengan cuidado de la mundanidad espiritual que nos lleva a fiarnos de las fuerzas, a creernos los mejores, a buscar obsesivamente el bienestar o el poder, advierte el Papa.
No se acomoden a esta lógica mundana que hará que el Evangelio, que Jesús, deje de ser el criterio orientativo de sus vidas y de sus opciones misioneras.
Entretanto, sostuvo, no pueden convivir con el espíritu del mundo y pretender servir al Señor. Orienten su existencia en base a los valores del Evangelio. Pero nunca utilicen el Evangelio de modo instrumental, como ideología, más bien úsenlo como vademécum, dejándose orientar en todo momento por las opciones del Evangelio y por el ardiente deseo de «seguir a Jesús e imitarlo en la oración, en la fatiga, y en el buscar siempre la gloria de Dios y la salvación de las almas.
En varios momentos de su discurso, el Papa cita a padre Claret. "Funden sus vidas en Cristo". La familia claretiana fue recibida por el Papa por encontrarse reunida en Roma para reflexionar sobre el Capítulo General: “Arraigados y audaces”. Arraigados en Jesús.