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Premio Goncourt de 1952, Léon Morin, sacerdote es ante todo una novela de Beatrix Beck, algo autobiográfica. El director Jean-Pierre Melville lo toma y lo lleva a la pantalla nueve años después.
La historia de una joven viuda atea y excomunista al inicio de la Segunda Guerra Mundial le recuerda su propia historia y la lleva a firmar una de sus obras maestras, alejada de su universo habitual.
En 1959, Jean-Pierre Melville y Jean-Paul Belmondo se conocieron por primera vez en una escalera, en el set de la película Breathless de Godard, en la que el director accedió a interpretar un papel. Es esta película la que revela al actor al público en general.
Pero fue en otro plató, el de La Ciociara de Vittorio De Sica, donde Jean-Pierre Melville logró convencer a Jean-Paul Belmondo para que interpretara a Léon Morin en su película. Aun siendo un personaje muy alejado del tierno matón o del héroe activo y travieso al que está acostumbrado, Jean-Paul Belmondo accede a ponerse la sotana.
Para el personaje femenino de Barny, quien lidera el punto de vista de la película, elige a la traviesa, bella y dramática Emmanuelle Riva, que actuó en la película Hiroshima mon amour. La película duraba inicialmente tres horas. Pero solo la mitad quedó para el formato comercial.
El director es ateo y lo afirma, pero el significado espiritual de la película no falta en su película, aunque insiste en la relación de seducción y amor imposible entre los dos protagonistas.
El marco, por tanto, se sustenta en esta relación guiada por el deseo, pero Dios gana la partida, con un Léon Morin decidido a no apartarse de Él.
Esto también llevó a François Mauriac a escribir en Le Figaro littéraire de noviembre de 1961: "Que un buen actor (Belmondo) pudiera convertirse en cualquier criatura, meterse en cualquier piel, lo sabía. Pero aquí había que convertirse en ese santo que no sabe que es santo y que es al mismo tiempo este niño amado por una joven y que sabe que es amado".
Léon Morin, sacerdote, por la sutileza de los diálogos y una impecable puesta en escena, no ha envejecido ni un ápice en cuanto a la devoción de los sacerdotes y las apuestas de su vocación en un mundo sujeto a las tribulaciones y la ausencia de Dios.
Siempre adornado con un Stetson y Ray-Ban en los sets, además de su mal humor, Jean-Pierre Melville solía pelearse con Jean-Paul Belmondo, con quien grabó otras dos veces – Le doulos (1962), L'Aîné des Ferchaux (1963). Un día, el actor le hizo saber que lo estaba molestando en el set de otra película.
Dos años después de Léon Morin, el niño mimado de los franceses golpeó al director y abandonó el plató de L'Aîné des Ferchaux justo después.
Los dos se reconciliaron más tarde, en un combate de boxeo, un año antes de la muerte del cineasta el 20 de octubre de 1972, que hoy habría cumplido 100 años.
En 2016, Nicolas Boukhrief renovó la adaptación cinematográfica de Léon Morin bajo el título La Confession. Un gran éxito gracias al casting inesperado realizado por Marine Vacht y Romain Duris.