Septiembre es sinónimo de otoño o primavera, según el hemisferio en que uno se encuentre. Pero también es un mes que tiene una particularidad: un mes de santos dedicados a los pobres (Santa Teresa de Calcuta quizás una de las más recordadas, pero también San Pedro Claver o San Juan Macías).
Coincidentemente, cada 4 de septiembre, en Uruguay, se recuerda la fecha de fallecimiento de Rubén Isidro Alonso, algo que aconteció en 1992 tras padecer un cáncer de estómago. Una historia de vida que mucho tiene que ver con los pobres.
Efectivamente, la despedida del popular “Padre Cacho” es recordada hasta el día de hoy, pues se trató de una jornada en la que miles de personas y decenas de carritos de clasificadores lo acompañaron hasta el cementerio. Incluso, según recuerda una semblanza publicada por la Arquidiócesis de Montevideo, “sus restos iban en un cajón cubierto con la bandera de Uruguay, sobre un carro de clasificador acondicionado con flores, guiado por un caballo blanco, el más elegante del barrio”.
Encontrar a Cristo en cada uno
Aquí una frase escrita por el Padre Cacho y que fue hallada tiempo después de su muerte. Sin dudas palabras que sintetizan su misión.
Ordenado sacerdote el 22 de noviembre de 1959, su desempeño ministerial estuvo vinculado a los salesianos en un comienzo a través de Talleres Don Bosco en Montevideo, además de estar en otros sitios del interior del país (Paysandú, Salto o Rivera). Sin embargo, Cacho tenía otra inquietud y eso tenía que ver con los pobres. Cacho tuvo un alejamiento temporal de los salesianos y fue designado como sacerdote de la diócesis de Montevideo en la parroquia Sagrado Corazones del barrio Las Acacias.
Fue así que, a través de un proceso, Cacho se transformó en uno más entre los pobres. Una vida inmersa en sus cosas cotidianas, en el día a día de los marginados, en la labor de los hurgadores. Pero, sobre todo, y más que nada, “testimonio vivo de Jesús”. Claro ejemplo de cómo hacer la vida más digna de aquellos que más lo necesitan. (Para conocer más aspectos biográficos ver nota de ICM aquí).
“El Cristo del Carrito”
“Lo que me motivó a dedicarme al Arte Sacro, a crear una nueva iconografía religiosa para nuestra era, fue el haber conocido al Padre Cacho”.
Así lo reconoció en 2019 en diálogo con Aleteia el artista uruguayo Leandro Gómez Guerrero. Aquí un contundente ejemplo de persona impactada por este cura que decidió ir a vivir entre los más pobres de Montevideo.
“Gracias a que mis padres ayudaban en su obra, tuve el honor de conocerlo. Incluso a veces venía a casa como en una especie de pequeño retiro para tomar un poco de distancia, se quedaba el día o pasaba una noche. Lo que me marcó para siempre fue que él me encargó 'el Cristo del Carrito'. Yo tenía 17 años. Que creyera en mí, un adolescente, para pedirme algo que para él era el símbolo que resumía toda su búsqueda”, agregó Guerrero.
Efectivamente, esa obra, que resume lo que Cacho descubrió, el Cristo sufriente en un carrito, sigue movilizando corazones hasta el día de hoy.
Siervo de Dios
El 19 de febrero de 2017, en el programa Alegría del Evangelio, el encargado de informar que el Padre Cacho había sido declarado siervo de Dios fue el arzobispo de Montevideo, cardenal Daniel Sturla.
“Allá por Aparicio Saravia, en Plácido Ellauri, en todos esos barrios que rodean la zona. Barrio Borro, Marconi, en todos esos barrios su nombre hasta hoy resuena con fuerza: murió con fama de santidad”, expresó Sturla en un video difundido por ICMtv.
“Él se metió a vivir en los barrios más pobres. Allí pudo darle dignidad a todas esas personas con su presencia humilde y cercana, promoviendo su desarrollo. Que también nos ayude a nosotros a sentirnos personas más buenas, más cerca de Dios y con un corazón que está cercano a los que más sufren. Que interceda por nosotros el Siervo de Dios Padre Rubén Isidro Alonso, Padre Cacho”, agregó Sturla sobre un cura que hasta el día de hoy sigue descongelando corazones en Uruguay.
Otros uruguayos con "escalera al cielo" (galería):
Actualizado en septiembre de 2022 con motivo de los 30 años del fallecimiento del padre Cacho