Cuando se habla de la familia y de la pareja, habitualmente se tienen en cuenta los objetivos comunes. En cambio, los objetivos personales (y la felicidad personal, en definitiva) no aparecen o se habla de ellos pero con cierta vergüenza porque parece que es egoísmo. Esto es un error, porque los objetivos personales tienen un papel primordial.
La consultora de proyectos de gestión familiar María Ángeles Nogueras explica: “Es una necesidad sentirnos queridos, ayudados y apoyados, el poder desarrollar al máximo todas nuestras posibilidades y el sentir que se nos respeta por ser quien somos y por hacer lo que hacemos, punto. Por eso, en la familia todos somos responsables de que los demás consigan su felicidad personal.”
Para Nogueras es muy importante tener en cuenta este aspecto, sobre todo en los primeros años de formación de una familia, cuando hay pequeños en la casa y la vida ha cambiado mucho en comparación con los años anteriores. Según ella, ha de haber adaptación de los objetivos personales por parte de cada uno, para evitar “que se conviertan en una amenaza para el bien común de la familia.”
Por ejemplo, es lógico querer hacer deporte, entre los objetivos personales. Pero ahora es momento de pensar qué horarios de entrenamiento o de partidos con el equipo son los que mejor se ajustan a mi nueva realidad.
Si lo objetivos personales son algo natural, ¿por qué nos desequilibran a la hora de hacerlos compatibles con la vida familiar? Nogueras apunta a un problema: la falta de comunicación en la organización familiar.
En su libro “Mi familia… mi mejor empresa” señala una lista de objetivos personales que requieren de la ayuda familiar para que se puedan llevar a cabo. Ponerles nombre nos servirá para tenerlos en cuenta a la hora de hablar:
“Todos estos objetivos -explica la experta- son a la vez requisitos imprescindibles para el equilibrio personal y solo realizables en un ambiente familiar adecuado.”
Sabemos que en toda empresa hay unos objetivos y unas prioridades. Pues bien, esto ocurre en todas las organizaciones. Y la familia es una organización, sin duda la más importante en nuestra vida. De modo que hablar de objetivos personales y dedicarles el tiempo necesario es imprescindible para que la familia funcione bien.
Lógicamente, el tiempo que podamos dedicar a cada objetivo personal será como un acordeón. No siempre será el mismo para cada actividad sino que lo extenderemos o lo encogeremos para que encaje todo lo demás.
Habrá que tener en cuenta el período de crianza, los embarazos, una posible enfermedad o accidente, necesidades familiares, cambios profesionales, mudanzas… Todo eso forma parte de una vida ordinaria que en realidad siempre tiene elementos extra-ordinarios con los que no contábamos. Hacer que haya armonía entre nuestros objetivos personales y los familiares es un hermoso reto, y para lograrlo la comunicación en la familia ha de ser un ingrediente tan empleado como el aire que respiramos.
Cuando alguien ha hablado de lo que le ilusiona, lo que le gusta, lo que quiere hacer... y ese objetivo personal ya es conocido y aceptado por el cónyuge, realizarlo le hace sentir en la plenitud, porque sabe que forma parte de un todo y que en ese todo no está su egoísmo sino el interés y el amor real por la familia. Ambos saben que, aún cuando están realizando actividades de sus objetivos personales, estas "pertenecen" al conjunto de la familia y la hacen mejor.